En los poblados de La Sabana, El 21, Los Órganos, El Quemado, Tres Palos, golpeó con gran fuerza. Sobre las carreteras decenas de postes de luz están tirados. Los techos levantados, los caminos rotos por las corrientes del agua.
“A nosotros nos preocupa mucho los saqueos, porque en unos días no vamos a tener nada, a ver de dónde vamos a sacar, por esos cabrones del gobierno no nos van a querer traer”, dijo un poblador.
Lo cierto es que después de los destrozos del paso de Otis, vienen los verdaderos efectos: la escasez de alimentos y agua, la falta de gasolina, la contaminación, las infecciones y una larga espera para los damnificados.
Muchos de los huéspedes de los hoteles de cinco estrellas deambulan por las calles; quieren salir del puerto y no encuentran la forma.
En todos ellos, no llega la ayuda y ninguna autoridad está presente. Todo es caos, se siente como si no hubiera autoridad.







