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El Viacrucis de Iztapalapa reúne cada Semana Santa a miles de personas que recorren sus calles hasta el Cerro de la Estrella, una tradición que inició en la Iglesia del Cerrito y que lleva más de 180 años (o más de 200, si la tradición se acerca a los 200 años), pero que la UNESCO declaró este miércoles como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
“Se trata de una manifestación que trasciende lo religioso. Es un acto de unidad, fe, resiliencia, que convoca a miles de personas en un ejercicio colectivo de memoria, identidad y participación”, afirmó la subdirectora de Patrimonio Inmaterial de México, Edaly Quiroz.
Toda una tradición
La celebración moviliza cada año a los ocho barrios originarios de Iztapalapa. Además de la representación, miles de personas salen como nazarenos con sus cruces y túnicas moradas, así como coronas de espinas.
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La pasión de Cristo se escenifica con decenas de actores, los cuales son también originarios de los barrios de Iztapalapa.
¿Cómo surgió el viacrucis de Iztapalapa?
La representación surgió en 1833 como un voto para pedir el fin de una epidemia de cólera que afectaba a la población y, en agradecimiento, hicieron la representación.
¿Qué dijeron Sheinbaum y Brugada?
Esta declaración generó una oleada de felicitaciones encabezadas por la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, la jefa de Gobierno, Clara Brugada, y por supuesto la Secretaría de Cultura.
La Secretaría de Cultura del Gobierno de México, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y la Unidad de Culturas Vivas, Patrimonio Inmaterial e Interculturalidad (UCUVI), celebra la inscripción de la Representación de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo en Iztapalapa en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, durante su vigésima sesión, celebrada hoy, 10 de diciembre de 2025, en la ciudad de Nueva Delhi, India.
Otros nombramientos
Además del Viacrucis, también se incluyeron otras expresiones religiosas y culturales como el son cubano, la Fiesta de la Virgen de Guadalupe en Sucre, Bolivia, y el antiguo júbilo de las flores y palmas en Panchimalco, El Salvador. Además, se incluyeron el joropo de Venezuela, el “cuarteto” de Córdoba en Argentina y la Sarawja de Moquegua en Perú.








