Compartieron sus vidas por más de 30 años, forjaron una familia, formaron hijos exitosos que ya se apartaron del hogar familiar y si bien Luisa y Ricardo siguen casados cordialmente, viven distantes física y emocionalmente.

El camino para ellos no fue fácil, cuando el dinero escaseó, ella lo apoyó y él siempre lo reconoce.

Viven distantes porque Ricardo fue enviado por su trabajo al norte del país y con el tiempo la convivencia con Luisa mermó y viene poco.

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La pareja coincidió que su amor se diluyó, pero no el respeto. Ella le expresó la incomodidad recordarle el envío de dinero para su manutención, así que le planteó que le otorgara una pensión alimenticia.

Luisa le aclaró que sólo era contar mensual, formal y legalmente, con la pensión que consideraba tenía derecho por sacrificar su desarrollo personal y profesional.

A Ricardo le pareció justa la propuesta y cuestionó cómo lo harían. Ella propuso acudir al Centro de Justicia Alternativa (CJA) del Poder Judicial de la Ciudad de México (Niños Héroes 133, colonia Doctores, alcaldía Cuauhtémoc), para que, por vía de la mediación familiar, sin la necesidad de abogados y gratis, firmaran un convenio para los términos de la pensión.

Luisa gestionó ante el CJA una cita cuando Ricardo estuviera en la ciudad, llegaron en una sola sesión de mediación y firmaron el convenio en los mejores términos, cuya fuerza legal es la de una sentencia. 

Guiados por el mediador asignado, convinieron el monto de la pensión alimenticia para Luisa, así como las fechas y método de pago. Tras reconocer la utilidad de la mediación para dar formalidad jurídica a acuerdos entre las personas, Luisa y Ricardo refrendaron que en la nueva dinámica de vida de cada uno lo convenido era una muestra de madurez. 

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