Más Información

“Se hace lo de un mes en el gym aquí. (Lo más difícil) es cuando la gente se desespera, quieren ayuda, es lo más pesado”, contó Carlos, quien va en el lado izquierdo de la lancha y en el otro extremo va Álvaro, los dos atentos a no meterse a una coladera abierta, mientras jalan la embarcación de la institución.
Los trayectos que realizan tardan de 15 a 20 minutos, en promedio, pero cuando reparten comida a las familias que no han abandonado su casa, les lleva de 40 minutos a una hora.
También entregan medicinas y llevan a los doctores o enfermeras a aplicarle vacunas a los niños o personas de la tercera edad que no pueden acudir a los módulos que se instalaron en las colonias que resultaron con mayores afectaciones.

Por el buen humor que les caracteriza, los dos voluntarios hacen reír a los vecinos mientras se suben a la lancha, porque quieren que se les olvide un poco la tragedia.
Lo más doloroso es transportar a personas en sillas de ruedas que tienen que acudir a citas médicas. También les duele ver a los animales, principalmente, perros que deambulan por las calles inundadas.

(Fotos: Diego Simón)
En una jornada realizan más de 30 viajes que los dejan exhaustos, pero lo hacen con gusto porque la gente necesita apoyo. “Gracias”, es la palabra más gratificante que escuchan y que impulsa su labor altruista.







