El representante del pequeño comercio a nivel nacional lamentó que México no tenga una cultura de la prevención ante fenómenos naturales como huracanes, inundaciones y demás que evitarían este tipo de pérdidas humanas y económicas.
“No se trata sólo de contar con un Fondo para Desastres Naturales (FONDEN), es algo más delicado, se exige contar con protocolos de protección civil para las emergencias, sismos, terremotos, incendios, derrumbes, tsunamis y huracanes. Un protocolo significa que la gente sepa qué es lo que tiene que hacer ante una amenaza de desastre como, en el caso que nos ocupa narrar, el huracán Otis. En otras latitudes del mundo la población se prepara para enfrentarlo tomando un sin número de medidas, incluso realizando evacuaciones. De tal forma que el huracán Otis viene a evidenciar esta manera extraña e irresponsable de vivir que tenemos, de no tomar los riesgos con la seriedad debida”, reflexionó Rivera.
Y es que de acuerdo con el estudio titulado ‘Desigualdad social en contexto de turismo y violencia en Acapulco, Guerrero’ realizado por María Fernanda Salgado Bautista, Dulce María Quintero Romero y Julio Cesar Chávez Luis de la UNAM existen tres Acapulcos muy marcados por su desarrollo económico en torno a la actividad turística.
“Existen procesos de segregación y desigualdad que se han generado a partir del turismo como principal actividad económica con beneficios limitados para unos cuantos y desatención a las necesidades de oportunidades, infraestructura y servicios para gran parte de la población no solo en la entidad sino en el propio Acapulco”, señala el análisis.
Esta división de Acapulco entre turismo y vida cotidiana provoca una “desigualdad social que ha creado condiciones que ponen en riesgo a los sectores más pobres para ser incorporados a la dinámica de los grupos de delincuentes, pero también como las condiciones desfavorables de los mismos trabajadores turísticos los lleva a buscar alternativas ilícitas para obtener mayores ingresos o mantenerse en su actividad, asumiendo que son víctimas de una violencia sistémica que los pone en esas condiciones desfavorables y que los lleva a la existencia de otros tipos de violencia”, detallan.
Tan sólo en 2022 los destinos turísticos de Guerrero lograron captar una derrama económica superior a los 6 mil 766 millones de pesos, a pesar de tener menos visitantes que en diciembre del 2019 cuando inició la pandemia de Covid. Hoy está dañado el 80% de la industria turística del puesto por el huracán y toda esa fuente de ingresos para la población acapulqueña se perderá. De hecho señalan que el turismo “es la única alternativa de ingresos para miles de familias que migraron al puerto en los años de mayor esplendor turístico, fue durante el periodo comprendido entre 1950 y 1980, cuando se presentó un mayor incremento de esta población del municipio de Acapulco nacida en otra entidad, es decir, en estos años aumentó la acumulación de población en el municipio proveniente de otras entidades en un 547%.
Y concluyen que Acapulco “fue desarrollando una industria turística a la par que quedó integrado en diferentes zonas, así se dejó claro que habría una situación privilegiada para los turistas (la franja costera alrededor de la bahía de Santa Lucia, pero ahí también se fueron estableciendo diferencias entre quienes habían de ocuparla dependiendo de condiciones económicas para pagar y obtener mejores servicios, en tres zonas con una delimitación precisa: el Acapulco Tradicional, el Acapulco Dorado y el Acapulco Diamante. De esta forma, Acapulco es el primer destino turístico de playa en México cuya transformación conformó una división turístico-territorial”.







