Sergio Rued comparte un testimonio complejo y profundamente personal que se articula en tres grandes ejes: una experiencia de secuestro extraterrestre en su adolescencia, el desarrollo posterior de una propuesta espiritual llamada logofanía, y una profecía con fecha concreta —17 de noviembre de 2047— que él presenta no como un fin del mundo, sino como un encuentro cara a cara con los extraterrestres.
El relato se sitúa en un momento preciso: la madrugada del 26 de agosto del año 2000, cuando viajaba con su familia por la carretera México–Oaxaca. Sergio describe una serie de anomalías en el automóvil, la aparición de una luz intensa y una experiencia emocional contradictoria que va del miedo a una profunda sensación de paz. Tras ese episodio, afirma que ocurrió una pérdida de tiempo de más de cinco horas, un elemento recurrente en numerosos testimonios de abducción a nivel mundial.
En los meses posteriores, Sergio sostiene haber vivido efectos físicos y psicológicos inusuales, así como percepciones que él interpreta como una apertura sensorial. Ante antecedentes familiares de esquizofrenia, fue evaluado y medicado, lo que —según su experiencia— apagó esas percepciones. A partir de ello, plantea una idea central: que el fenómeno OVNI podría tener una raíz espiritual, más allá de lo meramente tecnológico.
¿Qué hay detrás del relato de Sergio Rued sobre los extraterrestres?
Años después, tras procesos de regresión, afirma haber recuperado recuerdos más detallados de la experiencia: un entorno clínico dentro de una nave, entidades no humanas y una comunicación no verbal que él interpreta como telepática. De ahí surge el concepto que se vuelve el núcleo de su propuesta: la palabra como herramienta de transformación, base de lo que denomina logofanía, “el arte de iluminar con la palabra”. Sergio la presenta como un sistema estructurado, con estudio, disciplina intelectual y un enfoque que, según él, no busca sustituir religiones, sino dialogar con ellas.
El punto más polémico de la entrevista aparece con la fecha 2047. Sergio afirma haber recibido ese dato en una experiencia posterior, describiéndolo como un momento de contacto entre la humanidad terrestre y otra humanidad no originaria de la Tierra. Insiste en que no se trata de un escenario apocalíptico, sino de un proceso gradual con profundas implicaciones sociales y culturales.
A ello se suma su afirmación de identidad espiritual, al relatar experiencias en las que se le habría señalado como la reencarnación de Jesús, algo que él matiza al afirmar que todos los seres humanos podrían acceder a una conciencia crística. Esta postura, lejos de cerrar el debate, lo abre: mezcla elementos de distintas tradiciones, experiencias extraordinarias y una narrativa centrada en el lenguaje como eje de sentido.
La entrevista cierra con un momento íntimo y humano: un accidente reciente que Sergio utiliza para reflexionar sobre la culpa, el destino y la responsabilidad personal. Desde ahí refuerza su mensaje principal: la palabra, el perdón y la conciencia como herramientas para vivir con sentido ante un futuro que, según su visión, se encamina hacia un cambio mayor.
Un testimonio de alto impacto que reúne un secuestro, memoria recuperada, doctrina espiritual, identidad simbólica y profecía fechada.


