Un día, Jimena viajaba en el Metro hacia el trabajo, pero terminó detenida. Sin motivo aparente, decidió tocar los glúteos de una mujer, quien se paralizó, pero después jaló la palanca de emergencia.
Hasta ahí llegaron policías, y trasladaron a Jimena al MP, y a petición de la afectada, de nombre Dalia, se inició una carpeta judicial por abuso sexual.
Jimena lo negó todo, argumentó que había sido accidental, por lo que le parecía injusto ser procesada. Ante el Juez Penal, volvió a negar todo.
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Este las canalizó al Centro de Justicia Alternativa del Tribunal Superior de Justicia de la CDMX, ahí Jimena aceptó estar asustada y decidió participar para hablar con Dalia y encontrar una solución.
Dalia estaba molesta por la actitud tomada por Jimena, pero aceptó participar en un diálogo para evitar un juicio. En el Centro de Justicia Alternativa se les proporcionó el espacio para que hablaran sobre lo ocurrido, indicándoles sobre la importancia de identificar una solución.
Jimena reconoció haberla tocado pensando que no sería del desagrado de Dalia, pues al cruzar miradas, pensó que se había dado un clic entre ellas, y que negó las cosas por vergüenza, que estaba arrepentida por el daño; ofreció una disculpa y se comprometió a buscar la mejor opción para reparar el daño.
Dalia dijo que ya no se sentía segura de viajar en un transporte público, que se sentía apenada con ella misma y sentí mucho miedo al subir a un transporte o encontrarse en un lugar donde con mucha gente. Después dijo que tomaba la decisión de terminar este conflicto mediante un convenio, que incluía reflexionar sobre su conducta y respetar a los demás.
Jimena agradeció la decisión de Dalia porque así evitó medidas penales y se comprometió a acudir a recibir ayuda profesional.


