Desde hace cuatro años, para nuestro amigo Pedro la tiene un sabor amargo, a dolor intenso.

“En 2020, la pandemia se llevó a mi esposa Martha y a mi único hijo, Andrés; entonces, cuando llegan estas fechas, yo no tengo nada que festejar y, por eso, lo que hago es trabajar en Navidad y salgo en mi taxi en busca de trabajo, pero sobre todo para pasar la noche.

“La verdad, así me distraigo y me olvido de mi sufrir. Es lo que me distrae. Veo a las familias felices y me hacen recordar la mía.

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“Mi esposa tenía 40 años y mi hijo 14, pero con la pandemia los perdí a los dos, con una diferencia de dos meses. Primero a él y luego ella, fue muy doloroso, los recuerdo y lloro, pero trato de salir adelante para honrar su memoria.

“A mí, en estas fechas, me gustaba salir con ellos; de hecho, la semana del 24 al 31 de diciembre no la trabajaba, estaba con ellos, pero ahora salgo a trabajar y veo que la vida no se detiene por nadie.

“Lo que sí hago, el 24, es irlos a visitar al panteón, platico un rato con ellos, les pongo bonita su tumba con rosas y flores de nochebuena, y luego sigo manejando el taxi toda la noche.

“Ceno en la calle y ya llego sólo a dormir, al otro día sigo trabajando”, concluye Pedro su relato.

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