Las profecías de Hildegarda, una adelantada a su tiempo

Aunque hoy día haya muchos expertos en temas holísticos y en la nueva espiritualidad, mucho antes de que las enseñanzas de la Nueva Era se volvieran una especie de nueva religión, existió una mujer que se adelantó muchísimo al conocimiento, ciencia y espiritualidad de nuestro tiempo. 

Se llamada Hildegarda y fue una monja que vivió en la Alemania del siglo XII. El Papa Benedicto XVI la convirtió en la cuarta doctora de la Iglesia, porque fue la primera mujer en escribir sobre medicina, nutrición, ciencia y hasta teología. 

El conocimiento que dejó escrito en sus obras, Hildegarda siempre afirmó que no venía de sí misma ni de su aprendizaje, si no de unas visiones a las que ella denominaba “Luz Viva”, que le instruían sobre distintos conocimientos. 

Aquella entidad desconocida que se comunicaba con Hildegarda a través de las visiones, le decía que era sumamente difícil la misión que debía cumplir, porque debía escribir lo que le era mostrado, y esas cosas no eran propias de su época, por lo que no existían palabras todavía para describirlas. 

“Eso que te ha sido mostrado desde arriba no puede ser traducido por ti al latín porque no tienes las palabras adecuadas para expresarte. Por lo tanto, quien sea que tenga el manuscrito deberá, celosamente, mejorarlo con el lenguaje popular”, en palabras de Santa Hildegarda refiriéndose a lo que le decía esa “Luz Viva”, una entidad que, si Hildegarda desobedecía su mandato de escribir sobre las visiones, la hacía caer enferma hasta que nuevamente emprendía la tarea. 

Es fascinante cómo Hildegarda habla, en pleno siglo XII, de la fotosíntesis de las plantas o de microbios y bacterias, muchos siglos antes de que estos conocimientos científicos fueran descubiertos. Por ejemplo, para hablar de microbios habla de “gusanitos chiquitísimos”. También fue la primera persona en el mundo en describir, desde un punto de vista médico, el orgasmo femenino, o en hablar de las bondades para la salud de la cristaloterapia o la aromaterapia. 

La descripción que hace del universo, con ese lenguaje sencillo, nos remonta a las más espectaculares imágenes que hoy día son captadas por el telescopio espacias James Webb. Por ejemplo, escribe en su obra Scivias, al hablar del universo: “lleno de tempestades y de afiladísimas piedras, grandes y pequeñas. 

Mientras hacía retumbar sus truenos, el fuego brillante, los vientos y el aire se estremecían”. Igualmente, a pesar de ser una monja que vivió en el siglo XII, Hildegarda de Bingen no hablaba de Dios como un ser de apariencia humana, anciano y barbado, que gobierna desde las alturas celestes. 

Ella tenía, gracias a sus visiones, una idea muy científica de Dios. Y lo expresaba con estas palabras: “Este lucidísimo fuego que ves representa al Dios vivo y Omnipotente, cuyo clarísimo fulgor nunca ha sido oscurecido por la iniquidad; inabarcable es siempre, porque nada hay que pueda dividirlo ni en principio ni en fin, ni destello de la ciencia de sus criaturas capaz de aprehenderlo como es; inextinguible permanece pues es la penitud que no conoce fin; y es viviente en todo”. 

Los próximos días 2 y 3 de marzo la periodista Lourdes Gómez, una de las mayores expertas en la figura de Santa Hildegarda, ofrecerá un curso en línea y presencial en la Ciudad de México, sobre las enseñanzas de Santa Hildegarda, temas como nutrición, medicina o profecías para conectarnos con el saber de una de las mujeres más fascinantes y a la vez desconocidas de la historia, un conocimiento que, al parecer, encierra claves ocultas sobre el futuro de la humanidad y los grandes cambios planetarios. 

(Fotos: Especiales)