(Foto: Cuartoscuro)
La Santa Muerte es considerada una figura justa y necesaria, ya que es la encargada de llevarse las almas de los vivos, sin importar su condición moral. Su mayor bastión es su imagen milagrosa, que ha sido objeto de devoción y respeto.
Es importante definir las intenciones y hacerse responsable de las consecuencias que estas pueden traer. La propagación de adoración al diablo a este tipo de cultos puede ser vista como una forma de normalizar el mal. Por lo tanto, es fundamental independizar y ser autónoma y neutral ante cualquier corriente moral o religiosa.
En un país que goza de la libertad de culto, es necesario crear una propia identidad que no se aproveche de aquellos movimientos que han luchado para reconocer a la Santa Muerte, sin prejuicios. Es importante velar por la integración de la diversidad espiritual y la oferta de cultos que tengan un peso ideológico que aporten un beneficio o una guía para conseguir una realización.
(Foto: Cuartoscuro)
La interpretación de la muerte como una dualidad, es decir, como una figura que puede ser tanto benevolente como malevolente, crea una gran responsabilidad para sus seguidores. Esta dualidad implica que la muerte no es solo una figura que se encarga de llevarse las almas, sino que también puede ser una guía y una protectora.
Para los seguidores de la Santa Muerte, esta dualidad crea una gran responsabilidad para tener una conciencia clara y precisa sobre sus acciones y decisiones. Debido a que la muerte puede ser tanto benevolente como malevolente, los seguidores deben ser conscientes de que su libre albedrío tiene un gran peso en la decisión de en dónde encaminar y depositar su fe.
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