Asesinan a líder de asaltantes de transporte público

Acaban con vida de “El Espanto” luego de que dos de sus secuaces atracaron una Urvan de la ruta 83

(Foto: Archivo El Gráfico)

Viral 18/09/2015 09:32 Yara Silva Actualizada 15:08
 

A “El Espanto” muchos le temían. Él era el líder y obedecerlo era más que un mandato. Por eso aquel día de premura para el jefe atacaron temprano. El hombre debía asistir a una cita a la que no llegó porque la bala de un policía lo mató.

Pero a “El Espanto” no sólo sus secuaces le tenían miedo. Ese hombre y su banda de asaltantes eran la amenaza de pasajeros y choferes de cuatro rutas de transporte público que parten de Chicoloapan a diversos puntos del Valle de México.

Y es que “picar a matar” era la orden que debían cumplir los cómplices de “El Espanto”.

Tal vez cuatro pasajeros que el martes se libraron de ser víctimas de la banda conocían el modo de operar de los compañeros de “El Espanto”. Y tal vez por eso se apresuraron a pagar su pasaje y descender en una zona de riesgo para los peatones.

El peligro no era caminar por los carriles de la avenida Simón Bolívar, en la colonia Valle de los Reyes, sino enfrentarse al hombre y a la mujer que segundos antes subieron a una camioneta de la ruta 83.

Ellos lograron escapar de los delincuentes. No así los otros 14 pasajeros que no se percataron que aquella mañana del martes 15 Dulce Jaquelín y David abordaron la camioneta Urvan.

Aún no era de día. La oscuridad de las 6:20 de la mañana y el gorro de las sudaderas ayudaban a los asaltantes a ocultar sus miradas perdidas y ojos rojizos de quienes habían inhalado solvente para “agarrar valentía”. 

Pero exhibir un arma y la voz amenazante de David Torres Valdivia evidenció que aquello era un asalto.

“Ya se la saben. Saquen todo lo que tengan”. Tras el mandato, una pistola negra amagó al conductor de la camioneta. “Tú chofer también te la sabes. Vete despacito y no quiero mamadas”. Todos obedecieron. Unos entregaban teléfonos celulares o dinero, mientras que una patrulla apareció por la avenida.

El aviso a señas de uno de los afectados logró alertar a los policías. A su vez, los dos delincuentes se percataron de que debían huir o serían aprehendidos.

Ambos saltaron de la camioneta. El paso rápido y ligero de ese hombre escuálido ganó al de los policías municipales que lo seguían. La estatura baja y el paso lento de Jaquelín Rodríguez Medina la condenaron a ser detenida. 

Mientras los agentes retornaban por la avenida en busca de David, Jaquelín era retenida por los afectados. No lo sabían, pero el aviso de esa mujer llevaría a policías ministeriales hasta el lugar donde David se resguardaba junto a su líder.

Era un Atos en el que viajaba “El Espanto” y que minutos antes del asalto había acechado a los ocupantes de la camioneta Urvan. 

No hubo tiempo para discusiones. Las balas del arma de un policía ministerial entraron por las ventanillas del automóvil y  mataron a “El Espanto”. 

Una de esas balas hirieron también a Sebastián, un niño de siete años que caminaba de la mano de su padre hacia la casa de su mamá. 

No había opción para los ministeriales. Era —dicen— “tirar a matar o morir”. Por eso aquel día la prisa por atacar temprano llevó a “El Espanto” a una muerte que alivia a choferes y usuarios de Chicoloapan y Los Reyes La Paz. Confían en que muerto “El Espanto” no habrá a quién temerle.

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