Juega con tus hijos

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(Foto: Archivo, El Gráfico)

Vida 29/04/2019 05:18 Silvia Ojanguren Actualizada 08:47
 

El juego siempre es importante, para jugar no hay edad y los padres mexicanos deben tenerlo en cuenta, incluso cuando dicen que tienen muy poco tiempo para jugar con sus hijos pequeños.

Jugar es cosa seria y el Centro de Especialización de Estudios Psicológicos en la Infancia cuenta que las mamás y papás solo juegan unas dos horas por semana con sus pequeños.

Eso de jugar a la vida. Para la directora del CEEPI “se trata de una actividad fundamental, porque a través del juego los niños con sus padres, aprenden, refuerzan su autoestima y estrechan los lazos con ellos”.

Jugar es una forma de comunicación que estimula la creatividad en los niños y algo no menos importante: es posible determinar si un niño está padeciendo acoso escolar o algún otro escenario de riesgo porque en el juego se proyectan los problemas.

La experta alerta sobre que los padres que no juegan con sus hijos anteponen al exceso de trabajo, cansancio, pero de igual forma denotan poca disposición de integrarse a las actividades de sus hijos.

Tiempo de problemas. Todo se agrava porque suelen compensar estas carencias con regalos materiales o sustitutos del juego: videojuegos, tabletas o teléfonos inteligentes o les permiten ver programas de televisión o videos sin restricción.

Otra forma de escape es llenar de actividades extraescolares a sus hijos.

La doctora comenta que esto se da a escala mundial, debido principalmente a las jornadas de trabajo intensas de los padres.

A lo que: “se suma la depresión, aislamiento de los padres de familia, escenarios de violencia conyugal y marginación social, adicciones, y egoísmo de los adultos que se tornan incapaces de relacionarse afectivamente con sus hijos”.

En mente y cuerpo. La psicóloga dice que los papás y mamás que no juegan se están privando de una actividad que se disfruta y que otorga mayor calidad de vida.

“Sabemos que los adultos que juegan constantemente con sus hijos tienden a tener una visión más positiva de la vida y los niños se sienten afectivamente más seguros y comprendidos”, dice la especialista.

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