Una VARbaridad

Gerardo Velázquez de León

OPINIÓN 19/01/2020 22:38 Gerardo Velázquez de León Actualizada 16:31

Se pierden siete minutos en el primer tiempo, porque el árbitro —incapaz de ver jugadas de rutina— tiene que ir a consultar cada vez que desde el VAR le llaman. Solamente agrega cuatro. Ya ni para contar sirven los silbantes mexicanos.

En Monterrey, la exhibición de Édgar Ulises Rangel fue de terror. La autoridad sin autoridad, un autómata que se rige por lo que le dictan por la diadema.

Ese es el VAR a la mexicana, así trabaja y así expone a los jueces centrales, los que están ahí para aplicar el reglamento y no solamente para recibir instrucciones de un árbitro VAR desde una cabina. Hacen mostrar que el que pita está en el camión. Dos penaltis, uno indiscutible. En el primero, no necesitaba haber acudido al VAR; increíble que el árbitro haya parado el partido. A los pocos minutos, otra vez el VAR actúa, pero de manera incorrecta.

Rodrigo Millar anotó el empate y, como por arte de magia, le inventaron una infracción que no había observado el árbitro, simplemente porque no existía nada que argumentara la invalidación del gol.

Es decir, Rangel hizo el ridículo, pero lo peor: mostró nulo liderazgo y nada de autoridad.

Por si eso fuera poco, esa jugada violó el protocolo del VAR, porque el Monterrey ya había tenido el balón.

Más ejemplos: en el segundo tiempo, con el marcador a favor de Monarcas, viene una jugada sobre Maximiliano Meza, quien salta sobre Cándido Ramírez en el límite del área. De primera impresión, era una carga ilegal del argentino sobre el mexicano, quien levanta el brazo y le pega el balón ahí. Claro que hay mano en la jugada, pero antes existió una falta. El árbitro ya había juzgado la jugada, pero le llaman y cambia la decisión, afectando severamente a Monarcas.

También pasó desapercibido un manotazo en la cara de un futbolista de Monterrey a uno de Monarcas en el área, jugada similar a la que se revisó y se sancionó como penalti en el primer lapso. Pero aquí, curiosamente, el VAR ni cuenta se dio.

Ayer en Toluca, el árbitro Diego Montaño inventó un penalti en favor del Necaxa en el último minuto.

Son solamente algunos ejemplos en un partido. El VAR no sirve para maldita la cosa, mientras ejerzan presión desde la cabina al silbante. No es para estar marcando faltas durante todo el partido y mucho menos que se impongan a las decisiones de los árbitros. Insisto, da la impresión que quienes pitan los partidos son los árbitros VAR.

Esta herramienta, que debería ser para no cometer injusticias, se ha convertido en lo contrario. En la final, César Ramos no se atrevió a marcarle un penalti clarísimo a Guido Rodríguez del América. La madurez de una Comisión de Arbitraje debería ser demostrada con acciones para mejora constante de sus protocolos. ¿No sería buena idea hacer públicas las conversaciones del VAR-árbitro central? Eso quitaría de las mentes maquiavélicas cualquier posibilidad de que se ejerce presión para marcar.

El VAR a la mexicana es una barbaridad, mancha los partidos. En vez de impartir justicia, hay más polémicas. Lo más grave: le han restado autoridad a los árbitros.

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