Un sicario en la SSC

COLUMNA INVITADA

OPINIÓN 10/09/2019 10:07 COLUMNA INVITADA Actualizada 10:07

Es el 23 de junio de 2019. Pasan de las nueve de la noche. En las Lomas de Chapultepec, agentes de la SSC, que realizan un operativo contra el robo a casa-habitación, detectan algo extraño en una camioneta que circula por Virreyes.

Los agentes le indican al conductor que se detenga. Este hunde el pie en el acelerador. La persecución termina calles más adelante, en la esquina con Antonio de Mendoza.

Dentro de la camioneta hay nueve individuos. Cinco son colombianos. Uno se identifica como personal operativo de la SSC. En el vehículo viaja un exmiembro de la corporación, dado de baja hace cuatro años.

En la camioneta hay pasamontañas, gorras de beisbolista y tapabocas. Traen casi 300 pastillas sicotrópicas. Son parte de una banda dedicada al robo a casa-habitación. Los colombianos son célebres por la violencia que ejercen sobre sus víctimas. La nota se pierde en el océano de casos que cimbra a la CDMX.

El 17 de julio, elementos de la SSC detienen a siete personas que saqueaban una casa en la colonia Jardín Balbuena. Los habitantes del domicilio habían sido golpeados y amarrados. Uno de los miembros de la familia pudo percatarse, antes de entrar y pidió auxilio policiaco.

Agentes irrumpen en la casa y hallan a los asaltantes: cinco hombres y dos mujeres. El más joven de los detenidos se identifica como agente de la Policía Bancaria e Industrial. Días más tarde, el 26 de julio, tripulantes de una patrulla ven salir a tres hombres “en actitud inusual” de una casa de Bosques de las Lomas. Al advertir la unidad, los sospechosos intentan escapar en un Vento sin placas. Se da aviso por radio. Dos patrullas emprenden la persecución. El Vento es detenido en Ahuehuetes Sur. También en su interior hay pasamontañas, gorras y cubrebocas. Los hombres se identifican como agentes de la Policía Bancaria e Industrial.

Ese mes, el secretario de Seguridad Ciudadana, Jesús Orta, informa que han sido remitidos al MP 138 elementos sorprendidos en actos delictivos. La mayor parte, por robo a casa-habitación, robo de vehículo, secuestro exprés y extorsión.

El 23 de mayo, una banda que asaltaba una casa en la alcaldía Benito Juárez, fue aprehendida. Una mujer esperaba a los asaltantes en un Mazda. Adentro, cuatro hombres cargaban con pantallas, videojuegos, joyas, tabletas y dólares.

Uno de ellos también era miembro de la SSC, de nombre Luis Antonio Lazcano Trejo. Dijo que había trabajado “como operativo” con varios jefes de sector. Había pedido licencia un mes antes, la cual iba a vencerse en octubre. Lazcano fue liberado esa noche. Nadie conoce bien las razones. Se cree que esa noche llegó una llamada. El policía se fue sin siquiera reclamar los dos teléfonos que traía.

Personal de la Procuraduría capitalina analizó ambos teléfonos. Una copia de ese análisis está en poder del columnista. En la galería fotográfica aparecen cinco imágenes de hombres y mujeres que perdieron la vida y que fueron asesinados a tiros. Aparecen también imágenes del dueño del dispositivo: en unas abraza gruesos fajos de billetes de 100 dólares y de 500 pesos; en otras, aparece empuñando armas.

Hay videos de recorridos por diversas colonias. Por ahí desfilan casas que probablemente el grupo iba a asaltar. También hay fotos de hombres armados con máscaras y pañuelos. Aparecen también extrañas conversaciones de WhatsApp:

“Jefe Tenoch: Qué pasó con ese asunto. Tramite a los ministeriales de Toluca esos son de huevos. Aquí hay muro al 1000%. Deje les digo, patrón. Para hacerlo ya.

Jefe Tenoch: Es bueno si no nos lo van a ganar y está papita”.

En otra conversación, Lazcano se comunica con un funcionario de la SSC para decirle que le levante el castigo, que está “perreando” en el Edomex, y que ya sabe que, si le levantan el castigo, él no se dará por mal servido. El funcionario responde: “No hay paro”.

Esa noche de mayo, alguien lo dejó ir. Los secretos de su teléfono son apenas una mirada al abismo de corrupción en la policía capitalina. 

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