Hacer negocios con la familia, aunque pareciera seguro, no siempre resulta como lo deseamos. Un ejemplo son Pedro y Gema, una pareja animada a disfrutar de su jubilación que vio sus planes arruinados por tener que hacer frente a la diabetes.

Conforme pasaron los días, la salud de Pedro se mermó y el costo de los medicamentos sobrepasaban las pensiones de ambos, comían o compraban medicinas. La situación los llevó a pensar en vender su auto y consideraron hacer el trato con su hija Lucía. Para que a todos beneficiara la venta, acordaron que el pago se haría mensualmente, así ellos cubrirían los gastos y Lucía no estaría apretada por pagar.

El primer y segundo mes todo bien, pero al tercero, Pedro y Gema se quedaron sin dinero porque no recibieron la mensualidad. Como toda madre, Gema supuso que en cualquier momento Lucía les pagaría, pero los días pasaban, la desesperación le ganó y le platicó el problema a su amiga Lola.

Después de ver las lágrimas de Gema por estar en la mitad del problema, pues su esposo enfermaba más y a su hija no le interesaba la salud de su padre, Lola le recomendó acudir al Centro de Justicia Alternativa del Poder Judicial de la CDMX a intentar solucionarlo, una opción ideal porque el servicio no tiene costo.

La pareja se informó y pidieron que se invitara a Lucía a conocer el servicio de mediación. Ya los tres en el Centro, una mediadora facilitó el diálogo y pidió que propusieran soluciones. Cuando lograron un acuerdo, diseñaron un nuevo plan de pagos que se plasmó en un convenio con valor de cosa juzgada.

Resuelto el problema, Pedro siguió con sus tratamientos médicos, a Gema le volvió la calma por no demandar a su hija y la paz familiar volvió.

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