Tienes que probarlos
¡Hay tamales calientitos, oaxaqueños y chiapanecos!
Ayer, don Eleacib preparó más de 300 piezas para cumplir con la tradición
(Foto: Ximena García, El Gráfico)
Es 2 de febrero, Día de La Candelaria, pero también, día para pecar y comer tamales de todos los sabores y estilos, por lo que don Eleacib trabajó arduamente para tener listos más de 300 tamales oaxaqueños y chiapanecos para este fin de semana, durante el cual sus ventas suben de manera exponencial.
De mole rojo, rajas, salsa verde, chipilín, con hoja santa o con pollo, don Eleacib pone la masa en sus manos y comienza a moldearla para saciar antojos.
Oriundo de Chiapas, Eleacib lleva 19 años amasando, preparando las salsas, cociendo pollo, envolviendo en hoja de plátano los antojos de sus clientes, pues a la mayoría los conoce de años.
Con amor
Con sus manos lisas de tanto amasar y la vista cansada, prepara tamales para pagar la universidad de su hijo más pequeño, con los demás “ya terminó”.
En una habitación de 2x2, en la que sólo tiene una mesa, un foco, sillas, un ropero y una tele, todas las tardes Eleacib se pone a preparar lo que muchos de sus clientes llaman “los tamales más ricos de Toluca”. Él asegura que les pone un ingrediente secreto: amor.
“Tengo clientes diabéticos que no pueden comer de todo, pero éstos no les hacen daño porque los hago con amor”, dice con su acento sureño.
El negocio lo comenzó con su mujer, quien falleció ya hace unos años y cuyos restos esperan al alegre tamalero en su natal Chiapas, donde tiene una casa y espera que la vida le alcance para regresar.
Sus tamalitos son para todos los bolsillos, desde los pequeños de 9 pesos y los oaxaqueños a 18. Los chiapanecos ya son a 30, pero son los más laboriosos y llevan aceitunas, carne, mole y ciruela pasa, entre otras cosas.
Los precios en los que vende su arte culinario son bajos; sin embargo, lamenta que en los próximos días tendrá que subir a los costos, pues los incrementos son muchos. Por ejemplo, este fin de semana tuvo que pagar a 70 pesos el kilo de pollo, y aunque sabe que es por la temporada, la realidad es que el aumento a la canasta básica le ha pegado.
Por las calles se escucha su grito: “Tamaaaales”, que resuena en las paredes de la ciudad y su sazón lo que ha mantenido su pequeño negocio.