Temporada de garrotes

LEO AGUSTO

OPINIÓN 29/07/2019 12:23 LEO AGUSTO Actualizada 12:23

Entre las grandes ciudades de México, Guadalajara tiene el peor sistema de transporte público, controlado estructuralmente por un cerrado gremio, que históricamente ha doblegado a los gobernadores a la hora de imponer el precio de pasaje. El gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, prometió en campaña electoral que mejoraría el transporte, al abordar temas de moda que suman votos como la mentada movilidad. Pero no sólo eso, el entonces candidato de Movimiento Ciudadano ofreció no aumentar el precio del transporte público. Eso y “refundar” Jalisco.

Hasta que la recesión técnica de la economía tuvo otros planes. Y es que cuando se trata de suplicar por el voto, a los políticos nunca les falla prometer salud, dinero y amor. Populistas de derecha, como Enrique Alfaro, aprovechan el hartazgo social contra el gobierno para decir aquello que un pueblo quiere escuchar, pero la realidad termina por imponerse y Enrique Alfaro apostó al olvido de sus promesas de campaña y aumentó el pasaje de la Ruta y similares 35 %, $9.50 por cada viaje. Esto en una ciudad donde el promedio de la gente hace tres viajes al día.

El fin de semana entró en vigor el incremento y cerca de dos mil personas salieron a protestar en la Perla Tapatía; en la estación Universidad del Tren Ligero, jóvenes en cedían el paso a la gente sin que pagara el boleto. Luego, llegó la policía de Alfaro y detuvo con uso desmedido de la fuerza a cinco estudiantes de Ciencias Sociales de la Universidad de Guadalajara. Los muchachos, a quienes también se acusaba de “golpear” las puertas de palacio de gobierno, fueron liberados más tarde sin cargos. La presión en redes sociales fue demasiada para el apacible gobernador; mientras, las huestes tuiteras de la Cuarta Transformación no cabían en la indignación por esta muestra de intolerancia de un gobierno que representa a la reumática oposición. 

En Tabasco se cocina una iniciativa de ley que penaliza la protesta social en contra de las obras del gobierno, como la refinería de Dos Bocas, casualmente. Es lamentable que el Presidente promueva o guarde silencio en casos como éste cuando fue con la protesta, como el bloqueo a los pozos petroleros, precisamente en Tabasco, donde López Obrador se hizo visible como opositor en su larga, larguísima, marcha a Palacio Nacional. ¿Y el plantón de Reforma en 2006?

Mientras el descontento social va en aumento, la clase gobernante considera la represión antes de generar condiciones económicas y sociales en beneficio de la población que garanticen la paz social perdida. 

Bitácora de los Ángeles del Gordo. El candidato a dirigir el PRI, Alejandro Moreno dijo en entrevista que López Obrador es un “priista de clóset”. ¿No le parece un poco fuera de lugar la expresión? Es decir, la frase compara a cierto sector de la comunidad LGBTI con la doble moral priista. Porque si de clósets hablamos, algunos podrían decir que Alito es el más guinda de los tricolores. Pero cada quien.

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