Tacos de pollo, en vez de longaniza

Mediación TSJCDMX

OPINIÓN 27/09/2019 10:03 Mediación TSJCDMX Actualizada 10:03

Durante años, María no supo de Francisco, quien por razones de trabajo se fue a radicar a Canadá. Como fruto de su pasado amor, nació Esteban, quien era muy pequeño cuando Francisco se mudó, por lo que, al paso del tiempo, el niño, olvidaba a su padre.

Un día, el ausente regresó a la Ciudad de México y, sin previo aviso, quiso ver a su hijo. María no estaba de acuerdo, pues él, en el tiempo que estuvo fuera, ni siquiera por error les llamó por teléfono.

Ante la negativa de María de permitirle ver a su hijo, Francisco la amenazó con buscar la manera legal de poder estar con su pequeño. Ante tal amenaza, ella decidió asesorarse y fue como supo del Centro de Justicia Alternativa (CJA), del Poder Judicial de la Ciudad de México, y el procedimiento de mediación.

En la entrevista con un mediador, quien le explicó en qué consiste la mediación, María pensaba que Francisco no aceptaría, voluntariamente, mediar. Aún con esa creencia, decidió darle una oportunidad al padre de su hijo, de que fuera invitado y conociera la mediación e intentaran encontrar una solución al conflicto. Para su sorpresa, él accedió a resolver las cosas de la manera más sencilla.

En la primera sesión de mediación, María y Francisco hablaron sobre cómo veían la situación. Se dieron cuenta que cada uno pensaba que el otro había tenido la culpa. Al ir hablando de lo que hacían o dejaban de hacer en relación con Esteban, reconocieron que ambos, y no uno solo, habían sido parte del problema.

Al abrirse al diálogo, María le expresó que fue su orgullo lo que la llevó a no recibir las esporádicas aportaciones que le enviaba Francisco, por la religión que profesaba. Él, al escuchar la narración, comprendió lo difícil que les había resultado salir adelante, reconoció su gran esfuerzo y ahora quería contribuir.

Después de trabajar en sus diferencias y afinidades, acordaron: convivencias papá-hijo, de forma frecuente, y en fechas especiales del año; el monto de la pensión alimenticia para solventar las necesidades de Esteban, y María se quedaría con el niño, bajo su guarda y custodia. A estos acuerdos de las partes, el mediador les dio forma de convenio escrito, el cual firmaron, pues tendría efectos de una sentencia dictada por un Juez, la gran valía de la mediación, pero sin los trámites en el juzgado.

Mientras firmaban, Francisco le pidió a María: “Por favor, no le des de comer tacos de longaniza al niño. Pues mi religión prohíbe comer esa carne”. Ella le comentó: “Son sus preferidos. Va a ser difícil quitarle ese gusto”. 

Él le propuso: “¿Qué tal si poco a poco le vas cambiando la longaniza por pollo?” Ella sonrió y le dijo: “Creo que esta mediación nos está cambiando, porque estoy de acuerdo que la longaniza no es buena; es mejor el pollo”.

 Ambos sonrieron y cruzaron una mirada de acuerdo y complicidad, como hacía ya mucho tiempo no lo habían hecho.

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