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Con buen sexo casual y una buena anécdota, quedó empapado su asiento de piel, por Helena La Mala

Con buen sexo casual y una buena anécdota, quedó empapado su asiento de piel, por Helena La Mala

Con buen sexo casual y una buena anécdota, quedó empapado su asiento de piel, por Helena La Mala (Foto: Unsplash)

Sexo 24/05/2023 15:00 Helena Danae Actualizada 15:30
 

Hola, mis amores. Hoy quiero contarles una aventurilla que tuve; ya saben, el apodo de “La Mala” no es en vano. 

El viernes pasado salí al bar de un amigo, me gusta estar ahí porque me siento protegida y cuando se me pasan las copas, él se encarga de que llegue con bien a casa. 

El caso es que salí el viernes y mientras estaba en el lugar, vi en una mesa de la esquina a un grupito de amigos y, entre ellos, estaba él, a quien llamaremos “El Conejo”. 

Fue pasando la noche y nuestras miradas se cruzaban de repente, mi amigo lo notó. Me distraje un momento y, como de película, mi amigo le mandó una cerveza diciendo que era de mi parte.

Cuando entendí lo que había hecho no pude evitar ponerme roja. De pronto, sentí una mano en mi hombro. Era él. 

“Normalmente, yo debía mandarte el trago”, dijo para romper el hielo. Me había reconocido y dijo que era fan.

Nos conocimos y bebimos, lo suficiente para sentirme mas envalentonada, pero no tanto como para hacer algo de lo que me arrepintiera. 

Se acercó la hora del cierre, nos salimos y yo prendí un cigarro. Resultó que nuestros coches estaban cerca, así que caminamos hacia ellos. 

Cuando estábamos ya en la puerta de su camioneta, Helena La Mala se apoderó de mí y me lancé a besarlo; al fin esta salida era para desconectarme de todo lo que es el día a día. 

Abrimos su camioneta entre fajes y saliva; ya arriba, él abrió la guantera y sacó un paquete de condones. Los vidrios estaban muy polarizados, así que la gente podría pasar a nuestro lado y ni siquiera enterarse de lo que pasaba adentro. 

No me esperé tanto para quedarme desnuda, él se tardo menos en ponerse la protección. Cuando íbamos a comenzar a hacerlo, me tomó suave, como si fuera con mucho cariño, me puso de rodillas en el asiento, reclinó el respaldo y me recargó para que mis nalgas quedaran paradas. 

Se paró casi arriba de mí y así me la metió con cuidado, la posición es difícil de explicar, pero fue deliciosa.

Estaba cogiendome a un ritmo impresionante, era rápido, pero para nada incómodo. La manera en que me la metía me hacia gemir sin control.

Mis manos estaban libres, así que pude estimular súper rico mi clítoris él acelero un poco más, cosa que yo creía imposible. 

Escuché su suspiro, ahí supe que había terminado y bajé mi cadera para poder liberar un squirt que tenía atorado.

Empapé sus asientos de piel y un poco de la ropa. Me recargué sobre mi jugo y empecé a vestirme. El momento se volvió serio, callado.

Cuando terminé de vestirme, lo miré y había brillo en sus ojos. 

“Nunca había logrado que una mujer se viniera así”, me dijo de manera un poquito tímida. 

“Me gusta ser la primera vez a veces”, le respondí como victoriosa, lo besé en el cachete y me fui a mi coche, sin intercambiar teléfonos, nada.

Sólo fue buen sexo casual y una buena anécdota.

Me gustó la experiencia, todo fue una mezcla de éxtasis y adrenalina. No sé si me dará pena volverlo a ver en el bar. ¿Ustedes qué harían?

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