LA GUIA DEL SEXO

Tener sexo con cualquiera puede bloquear tu inteligencia, hay algo más importante que genitales

Tener sexo con cualquiera puede bloquear tu inteligencia, hay algo más importante que genitales

(Foto: Unsplash)

Sexo 11/03/2022 12:15 Cecilia Rosillo Actualizada 18:15
 

Hoy se sabe que la inteligencia no se da en una sola forma de expresión sino que tiene varias, y entre ellas está también la sexual. 

Lo primero a saber, para entender cómo está nuestra inteligencia sexual, es que la sexualidad es un proceso. Estamos acostumbrados a creer que se trata de algo instintivo, pero no es así. 

La sexualidad humana va más allá del coito (lo que sí tiene su parte instintiva) para situarse dentro de los procesos de aprendizaje que se vincula con lo que sentimos:

Lo emocional, lo físico, lo cultural y hasta lo social, de forma tal que seremos más o menos inteligentes sexualmente si podemos ser responsables del nuestro propio placer, lo que implica desde proporcionarlo hasta compartirlo y aumentarlo, no en cantidad sino en calidad.

La inteligencia sexual se desarrolla en la medida que desarrollamos nuestros sentidos. Las sensaciones táctiles como las caricias, las texturas, olores y sonidos influyen en cómo vivimos nuestra sexualidad, nuestros gustos al respecto y nuestros displaceres.

Por eso cuando lo hacemos, jugar los cinco sentidos en un acto sexual, ya sea con o sin pareja, desarrollamos la inteligencia sexual.

La experiencia sexual pasa a través de los sentidos y lo filtramos por el tamiz de la cultura.

Por eso, cuando aprendemos que lo más importante del sexo no tiene que ver con los genitales, sino con el erotismo, nos damos cuenta que podemos aprender a sentir placer en muchas maneras.

Así, por ejemplo, uno de los sentidos que más nos ayudan para desarrollar los demás es el gusto. Y es que el aprender a comer rico ayuda a comprender lo que significa satisfacer una necesidad de forma placentera, como pasa con el sexo.

Si somos conscientes de que además heredamos los hábitos de qué y cómo comemos, nos podemos dar cuenta de cómo heredamos los hábitos sexuales: damos a los hijos y la familia lo que nos gusta y omitimos lo que no nos gusta, con lo cual construimos la cultura sexual.

Una educación sexual bien orientada ofrece aprender, saber, conocer y descubrir todo lo que el sexo ofrece en las diferentes etapas de la vida, y justo en los momentos que somos capaces de asimilarlo, no antes y no después. 

La inteligencia sexual, erótica no significa buscar tener orgasmos, sino obtener placer y plenitud bajo la experiencia que nos otorga la sexualidad.

Esto incluye ser felices más allá de estar conformes con nuestro género; desarrollarnos expresándonos libremente bajo nuestra orientación sexual; saber manejar nuestras relaciones humanas (personales, familiares y hasta profesionales) a través de la equidad y la diversidad con respeto y asertividad. 

Por eso, esta inteligencia se construye y nos puede hacer más sabios en el terreno sexual si aprendemos y evolucionamos en cada etapa.

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