"No me gustan los chacalones, pero él me pone muy cachonda", por Lulú Petite

Querido diario: No es que me gusten los chacalones, pero tienen un no sé qué… ¿Cómo explicarlo? Me pone cachonda.

Él tiene ese estilo salvaje que entusiasma. Traía una camiseta negra pegada, de esas que usaba Pepe el Toro. Sus jeans también negros y sus zapatos unos botines del mismo color.

Estaba sentada a la orilla de la cama, él se bajó la bragueta, sacó su miembro y me lo puso en la cara. Tomé un condón y se lo coloqué mamándosela. Me tomó del cabello, llevando el ritmo de mi felación. La tenía grande. 

Me miraba con lujuria cuando pidió que me desnudara y me pusiera en cuatro. Obedecí, acomodándome a la orilla de la cama; con mejilla y manos recargadas en el colchón, pero mis nalgas apuntando al cielo; mis rodillas bien separadas y mis pies volando. Me la metió y empezó a moverse riquísimo. 

Me cambió de posición sin decir palabra, como si estuviéramos bailando ¿sabes? De esos hombres que bailan tan bien que, al llevarte, hacen piruetas como si las hubieras ensayado.

Me puso de espaldas y siguió moviéndose dentro mío, después me tomó un tobillo lo levantó en el cielo, cuando puso mis piernas en sus hombros y me la clavó a tope, sentí un orgasmo que explotó en cada partícula de mi cuerpo.

Me vine tan rico que sentí perderme. Él siguió moviéndose tan rico que me provocó un segundo éxtasis tan intenso como el primero. Grité, clavé mis uñas en su espalda y rogué que no se detuviera, porque sentí venir el tercer orgasmo.

Llegó al mismo tiempo que en su miembro explotaba el semen qué inyectó en el condón.

-¡Uf!- Pensé- A veces me encanta este trabajo.

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Hasta el martes, Lulú Petite.