“Con el frío de diciembre, sus embestidas siempre me calientan ”, por Lulú Petite

Querido diario: Me desabotoné la blusa y él comenzó a besarme las tetas. Me gustó. Hacía frío, pero sus manos tibias bajaron por mi espalda hasta encontrar mis nalgas, dio un apretón y me jaló hacia él. En sus brazos, mi temperatura subió y el clima en la calle quedó olvidado por completo.

Nos desnudamos. Besé sus pectorales y puse mis manos sobre ellos, me encantaron, estaban macizos, le besé el cuello. Él se quitó el pantalón y yo la falda. Me acercó a su cuerpo y nos tumbamos sobre la cama. Me tocaba la entrepierna y devoraba mis pezones. Sentí rico.

Nos besamos y comenzamos a frotar nuestros cuerpos, mientras él acariciaba mi vulva. Bajé la mano y me encontré con su erección a tope.

Sonreí mirándolo a los ojos. Él respondió la sonrisa metiéndome un dedo en el sexo. Gemí, soplándole mi placer en su oreja.

El bajó besándome los senos y el vientre hasta encontrarse entre mis piernas y comenzar a comerme el coño. Su lengua me puso como loca, comencé a gemir mientras apretaba su cráneo con mis muslos y le rogaba que no parara. Me iba a venir, pero estaba muy caliente y quería mi orgasmo con su sexo dentro. Estiré la mano, alcancé un condón y se lo pasé rogándole que me la metiera ya.

Se paró, abrió el paquete, se puso el látex y me la metió de golpe. Moviéndose fuerte y rápido. Yo no podía parar de gemir y de rogarle que me la diera toda.

Puso sus manos en mis tetas, apretó y aquel orgasmo que ya venía hacía unos segundos, volvió a formarse y creció, creció hasta provocar una explosión nuclear. Un orgasmo tan delicioso e intenso que casi pierdo el sentido.

Cuando me recuperé, con la respiración aún agitada, él estaba quitándose el condón lleno de leche. Estaba tan en mi orgasmo que ni sentí que él también se había venido.

Cuando salí de la habitación, sentí de nuevo el golpe frío, ya de diciembre. Hasta me dieron ganas de regresarme.

Hasta el martes, Lulú Petitew

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