"Tuve sexo tal como lo soñé, te cuento los detallones", por Lulú Petite

Querido diario: Llegué a tiempo y lujuriosa. Tuve un sueño erótico y desperté con muchísimas ganas de sexo y, casi por instinto comencé a masturbarme, pero recordé que esa mañana vería a José y decidí guardar mi calentura para curármela con él. 

Cuando comienzo a masturbarme y lo interrumpo, las ganas se me siembran, como una semillita que, crece y crece desde mi ombligo provocándome toda clase de fantasías hasta que, al fin, logro exorcizarlas con un orgasmo.

Por eso llegué al motel a tiempo y con ganas de darme a José. Es buen cliente y, además, coge divino.

Apenas crucé la puerta, comenzamos a tocarnos con lujuria y urgencia. José es un tipo guapo, moreno, alto, fornido, aguantador. Tiene un miembro enorme y delicioso. Es caballeroso, siempre impecable y su conversación es inteligente y divertida. Me encanta atenderlo.

Fajamos como si estuviéramos bailando, nos desnudamos mutuamente entre besos y caricias. Yo jadeaba con la boca abierta mirando al techo, mientras mis pezones reaccionaban a su lengua experta. Nuestros cuerpos desnudos seguían danzando al ritmo del deseo, estiré el brazo y alcancé su erección, dura, larga, venosa.

No podía más. Toda la lujuria contenida desde que desperté me tenía a punto de explotar. Le supliqué que me la metiera, que me hiciera suya.

Me abrió las piernas completamente, mirando con deseo mi sexo mientras se ponía el condón. Me levantó por los tobillos y me ensartó como a una mariposa en alfiler.

Sentí el delicioso espasmo que fulminó mi sistema nervioso. Se metió tan dentro, que no pude contener mis gemidos. Cuando llegó el orgasmo, tan esperado, tan pospuesto, sentí como mi cuerpo se hacía nata y relámpagos de placer me quemaron el cuerpo hasta casi expulsar de él todos mis sentidos.

Lo abracé. Le sonreí y le dije, casi sin mentir:

—Soñé con esto.

Un beso, Lulú Petite.