RELATOS ERÓTICOS

“En la penumbra de la oscuridad, lo movió más rico”, por Lulú Petite

“En la penumbra de la oscuridad, lo movió más rico”, por Lulú Petite

(Foto: Archivo, El Gráfico)

Sexo 29/03/2022 14:35 Lulú Petite Actualizada 14:35
 

Querido diario: Eran casi las siete, la luz de la ciudad disminuía conforme el sol se iba ocultando. Sus últimos rayos se filtraban apenas por las persianas iluminando nuestra piel desnuda.

Yo estaba en cuatro sobre la cama, con un hombre de alrededor de 50 años. No era guapo, pero tenía una vibra sexosa impresionante. Lo masturbaba preparándolo para ponerle el condón.

Lo miré a los ojos, casi en penumbras, cuando abrí el paquetito y le jalé el preservativo por el tallo de su miembro. Pasé mi lengua mojadita por la punta y cerré los ojos cuando me lo metí a la boca.

Se la chupé unos segundos con los ojos cerrados, pero cuando los abrí, el sol había terminado de meterse y una profunda oscuridad llenaba la habitación. No alcanzaba a ver ni el miembro que me estaba comiendo.

No me importó. Seguí chupando y sentí su mano en mis pechos, acariciar mis pezones. Escuchaba sus gemidos y su respiración agitada. Acaricié sus pelotas con mis uñas, mientras metía su sexo hasta mi garganta.

Me pidió entonces que parara, quería coger. Me acomodó boca arriba, en medio de esa negra oscuridad y, guiándose por el tacto de sus manos, fue buscando por mi cuerpo. Me besó el cuello, los senos, el abdomen, puso mis muslos sobre sus hombros y sentí su lengua juguetear un poco en mis labios, escupió, me los empapó y, con la boca, repartió su saliva por mi vulva.

Se incorporó separando mis piernas y apuntando su miembro hacia mí, pero me dio en el muslo. Busqué su pene con mi mano, en la oscuridad y lo guié hacia mi sexo. Sentí su cabecita redonda, dura, palpitante, jugar a la entrada de mi vulva, luego empujó y me la metió hasta el fondo; gemí de placer.

Me entregué a él, caliente, excitada con el corazón palpitando a todo. Lo sentí moverse, me vine, se vino.

Nos quedamos tumbados, en silencio y a oscuras por un rato, sin más luz que la de los fuegos artificiales de nuestros respectivos orgasmos.

Hasta el jueves, Lulú Petite

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