TODOS LOS MARTES Y JUEVES

"Me comí al abuelito de Heidi y me dejó como Jean-Claude Van Damme en el tráiler"

"Me comí al abuelito de Heidi y me dejó como Jean-Claude Van Damme en el tráiler"

(Foto: Archivo El Gráfico)

Sexo 07/07/2022 15:28 Lulú Petite Actualizada 15:28
 

Querido diario: Imagina nada más mi sorpresa cuando entré a la habitación y vi que me iba a ponchar al abuelito de Heidi.

Sí, Heidi, la niña de las montañas. Un hombre alto y de espalda ancha, con cuerpo de refrigerador, manos enormes, cara seria, pero bonachona, piel blanca y una barba tupida de canas.

Mi primer impulso era abrazarlo. Nunca ves en carne viva a un personaje tan entrañable. Él también quería abrazarme, pero de manera más libidinosa. Se acercó, bajó sus dedos por mi espalda y acarició suavemente hasta estacionarse en mis nalgas, luego me jaló a su cuerpo y me arrimó su pirinola.

Sentí su erección enorme bajó el pantalón y su energía varonil de hombre de las montañas. ¡Caramba, abuelo! Qué cosota se escondía. Apenas se quitó los pantalones, vi su paquete gigantesco. Sentí palpitar mi entrepierna de la calentura. Se me antojó sentir su cosota dentro.

Venía muy cachondo. Se metió conmigo a la cama y comenzó a tocar mi piel con sus dedos bruscos pero expertos, me acariciaba la espalda, apretaba mis nalgas, se comía mis pezones y mis tetas. Paseaba su barba blanca por mi piel. Me estremecía con sus caricias y exploraciones.

Me fue calentando tan despacio, que llegó un momento en el que no podía más de las ganas. Me puse de perrito sin pedir permiso y le rogué que me lo hiciera. Se puso el condón y me la metió de golpe.

No hubiera imaginado que el abuelo me pusiera tan buena cogida. Me puso como quiso y me dio riquísimo. Te juro que, cuando me explotó el orgasmo, como la niña de las montañas, en mi mente comencé a gemir: “olerí, olerí, olerí, ah, uh…”.

Hasta el martes...

Lulú Petite

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