“El mejor amante de paga, que me llenó con sus jugos”, por Lulú Petite

Querido diario: Estoy desnuda y en cuatro sobre la cama. Su miembro enorme, está frente a mi nariz. Le masturbo. Se la chupo un poco para que resbale mejor.

La tiene grande, siento como me llena la boca. Tiene las pelotas y el pubis afeitados, sin un solo vello. Se me hacen raros los penes así, son como pollos desplumados.

Él me toma del cabello y pasea su cabecita por mi lengua, antes de metérmela de nuevo hasta las anginas. Me toma de la nuca y me la mete hasta el fondo. Se levanta el miembro y me pone sus bolas en la boca. Se las lamo un poco antes de volverme a llevar su miembro a la tráquea.

Qué grande la tiene ¡Caramba! masturbo con mi mano, mientras me voy devorando. Se pone saliva en los dedos y los estira para acariciarme el sexo, ya empapado. Me esparce mis jugos por la vulva, preparándome para la penetración. No dice nada, pero con una nalgadita me advierte que me la va a meter.

Se acomoda detrás de mí y me la mete de un golpe. Comienza a moverse estrepitosamente, con una rodilla en la cama. Siento que me parte riquísimo, doblo mi espalda, llevo mi mejilla al colchón y lo dejo dármela toda. Me va venciendo con sus arremetidas, hasta que quedé tumbada sobre el colchón, boca abajo, recibiendo el miembro erecto y furioso de mi amante de paga.

Me voltea, se lleva mis piernas a sus hombros. Comienza a apretar mis tetas mientras me la mete, se sacude con furia y lujuria. Gimo excitadísima ¡Carajo! Qué bien coge. Me vengo en medio de mis aullidos ensordecedores y siento luego cómo él también acaba y llena el condón con su leche.

Tomo el dinero del tocador y me despido después de ducharme. Voy en el coche pensando en escribir sobre la experiencia, hasta entonces me doy cuenta de que ni su nombre me dijo.

Hasta el martes, Lulú Petite