“La entrega de mi cuerpo es esencial en mi trabajo”, por Lulú Petite

Querido diario: ¿Qué me molesta de mi trabajo? Me lo preguntan a menudo. Hay cosas que me molestan, por eso es importante saber decirlas. No quiero que me interpretes mal. En mi trabajo me entrego, metafórica y literalmente. No sólo me acuesto con mis clientes; trato de dar más, de abrirme, de conocerlos, de escucharlos, de construir la fantasía y de erotizar el ambiente ¿Me explico? No sólo me los cojo, los seduzco.

Para seducir de verdad a un hombre, necesito ponerme cachonda. Es sencillo, soy muy caliente y cuando estoy con un hombre, no importa si es pareja o cliente, me dejo llevar; aunque sí, hay cosas que cortan la inspiración.

Primero: Limpieza. Nunca voy a una cita sin estar recién bañada y perfumada. Jamás voy sin haberme cepillado los dientes. Oler rico, saber rico y estar limpios es requisito para el sexo placentero. Cuando llego a una habitación y al cliente le huele la boca a cloaca, le chilla la ardilla o de plano está sucio, me mata la libido. Igual puedo coger, pero jamás le voy a hacer el amor.

Segundo: Cortesía. Hay gente que cree que porque paga, puede portarse como patán. A diferencia de cualquier otro negocio, el del sexo se trata de máxima intimidad. Si tratas mal a alguien, no va a estar contenta cuando te la cojas. Yo con hombres groseros, no puedo trabajar.

Por último, el silencio. Eso me aniquila. Con clientes que no hablan, ¿cómo voy a romper el hielo? Una no se puede poner cachonda con alguien que no se abre. Puedo dejar que me coja, pero diría el científico: sin elementos, no hay química.

Así que ya sabes. Si eres limpio, cortés y platicador, ya tienes conmigo una buena cita segura. A todo esto, ¿cómo dijiste que te llamas?

Hasta el martes, Lulú Petite