“Es mi autoplacer, lo que hace que se te levante”, por Lulú Petite

Querido diario: Estoy desnuda, tumbada en la cama. Las sábanas frescas huelen a suavizante de tela.

Las almohadas son deliciosas. Estiro la mano para alcanzar el pomito de aceite con esencia de almendras que puse en el tocador.

Pongo unas gotas sobre mis senos y bajo un chorro hacia mi abdomen, ombligo y pubis. Lo distribuyo con mis manitas por mi cuerpo, comienzo en mi cuello, bajo por mis senos, pellizco mis pezones hasta ponerlos duros, lo pongo en mis hombros y respiro hondo, el olor a almendras satura la habitación deliciosamente.

Llevo mi mano al pubis y comienzo a acariciarme. Cierro los ojos, abro las piernas y con mis dedos empiezo a manipular mi sexo. Busco mi clítoris y lo estimulo con tactos suaves, pero precisos.

Estiro de nuevo la mano y tomo del buró el dildo de silicón, con forma de miembro, enorme, con la textura de las venas hinchadas perfectamente dibujadas, una cabecita redonda y gruesa, deliciosa.

Lo pongo en mi abertura y giro la perilla de la base. Comienza a vibrar. Pongo la velocidad al máximo y resbalo el aparatito hasta el fondo de mi sexo. Gimo un poco y regreso mis dedos al clítoris.

Me masturbo con entusiasmo, muevo la cadera, para forzar el ritmo. Se siente delicioso.

Me sigo tocando, con los ojos cerrados, estoy experimentando mucho placer. Entonces, abro los ojos y te veo de pie, al lado mío, observando en silencio, como desde el principio, con tu miembro completamente erecto, ya con el condón, apuntando hacia mis labios.

Me lo metes en la boca y comienzas a moverte. Me vengo justo unos segundos después de que disparas tu simiente dentro del condón en mi boca. 

Me encanta que me llames para verme masturbándome.

Hasta el jueves. Sígueme en Twitter: @LuluPetite2022