"Cuando hacemos el amor me pide que lo humille, le dé órdenes y le pegue", por Lulú Petite

"Querido diario: —Ponte de rodillas y lámeme los pies —le ordené a Matías, vestida solamente con lencería negra y unos tacones altos y puntiagudos del mismo color.

A Matías así le gusta. Cuando hacemos el amor, me pide que lo humille, le dé órdenes y le pegue. Claro, le pego quedito, pero a veces pide que lo haga fuerte.

Una vez, se recostó bocabajo y me pagó para que le caminara encima con los tacones. Por más que trataba de no hacerle daño, las puntas de mis zapatillas se clavaban en su carne y dejaban marcas púrpuras.

Las huellas de mis pasos por su cuerpo eran imposibles de disimular, pequeños moretones formando constelaciones en su espalda. Le pregunté si no tendría problemas en casa. Me aseguró que no. Resulta que su esposa sabía que él estaba cogiendo conmigo.

A ella no le gustan esos juegos y prefiere que Matías pague para que profesionales le pongamos las putizas que le gustan. Cada pareja tiene sus arreglos conyugales; para mí, mejor.

En otra ocasión, se quitó el cinturón, juntó la punta con la hebilla y me lo entregó.

—Castígame —suplicó. Lo miré atónita. Quizá por eso, porque me vio dudando, agregó: “Lo merezco”, no sé si era un “lo merezco” porque se había portado mal o porque para eso estaba pagando, el caso es que le di gusto.

Tomé el cinturón y comencé a pegarle suavemente, pero como él pedía más fuerza, terminé dejándole las nalgas moradas a fuetazos.

Hoy, sólo quería lamerme las patas. Y así lo hizo. Con todo y zapatos se puso de rodillas y me lamió el empeine, luego subió con su lengua por mi espinilla, me lamió las corvas, los muslos y terminó comiéndome el sexo hasta provocarme un estupendo orgasmo. Luego se masturbó lamiendo mis zapatos. Me gusta cuando llama Matías".

Hasta el jueves. Lulú Petite

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