TODOS LOS MIÉRCOLES

"Antojé a mi amigo con mis manoseadas sucias", por Helena La Mala

"Antojé a mi amigo con mis manoseadas sucias", por Helena La Mala

(Foto: Archivo, El Gráfico)

Sexo 21/04/2021 17:29 Helena Danae Actualizada 17:29
 

¡Hola, mis amores! Feliz miércoles. Estoy contenta porque acabo de regresar de mi viaje a la Ciudad de México, donde hicimos muchas cosas nuevas para ustedes con mis amigos de El Gráfico.

Muchas sorpresas se aproximan y quiero decirles que, desde hoy, les van a encantar. Mientras estuve allá sucedió algo que me hubiera encantado grabar, pero me dejé llevar y no hubo tiempo ni de tomar el celular.

Después de un día lleno de sensualidad y erotismo proyectado en la cámara, para que ustedes disfruten las fotos, llegué muy encendida a mi habitación. 

Fui con un amigo que me ayudó a moverme en la Ciudad, mientras mi marido estaba arreglando asuntos del negocio de Aguascalientes. 

Mi amigo ya estaba en el hotel cuando yo llegué ese día. Llamé a mi pareja y le pregunté cómo estaba, con una risa burlona me respondió: “estoy todavía un poco lejos de ti, pero no estás sola, así que puedes hacer hambre un ratito, mientras yo llego a darte de comer”. 

Con nuestro amigo ya habíamos tenido algunos encuentros, que aunque no llegaban a mucho, se veían demasiado prometedores. 

Llegué al cuarto del hotel y lo invité a tomarnos algunas cervezas, comenzamos tranquilos, pero ya tenía en mente descontrolarme. 

Se hizo más tarde y empezó a darme calor, él quiso encender el aire acondicionado, pero le dije que era más fácil que me quitara la blusa; su cara no demostraba otra cosa más que alegría y sorpresa. Así seguí, hasta quedarme solo en calzones, estaba recostada en la cama, él en una silla que daba hacia la ventana.

Me toqué, para que pudiera verme, por arriba del calzón; mis dedos estaban a acariciándome y dándome amor, tomé mi vibrador y empecé a masturbarme aún arriba de mi ropa interior, estaba mojándome tanto, que la mancha enorme de mi flujo se veía en ese bóxer rosa que tenía puesto.

Seguí hasta que logré tener un orgasmo, pero contuve mi squirt para no manchar la cama. Podía ver cómo a él se le salía la saliva y no parpadeaba; yo ya estaba satisfecha, así que me puse de pie y entré al baño para orinar, cuando salí, él ya no estaba.

Me vestí y caminé hacia la puerta de su habitación; aun yo estando afuera, podía escuchar ese sonido que hacía su mano con su miembro mientras se masturbaba.

Mi marido al fin llegó y comenzamos a coger, me dio hasta que no pude más. Cuando terminamos, me preguntó por qué se había ido mi amigo y yo solo sonreí y dije: “Creo que no pudo aguantar más”. ¡Los adoro!

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