Con sus dedos, entra en mi panti y abre mis labios para llegar a mi centro. Los movimientos que hace con sus dedos me vuelven loca.
Aumenta la intensidad y yo lo dejo fluir. Ese néctar delicioso sale de mí y empapa mi vestido, mis pantis y su mano por completo.
Quiero devolverle el favor, así que lo tumbo sobre la cama y me volteo para que vea mis nalgas, mientras me quito la tanga.
Giro de nuevo y me subo en él, desabrocho su pantalón y cuando bajo su boxer, tremendo animal sale de ahí. Duro y listo para mí, así que me apunto, entra y empiezo a montarlo. Entra despacio para que pueda sentir cada centímetro de mi interior.
Por fin, completamente en él y con nuestras ingles ya haciendo contacto, empiezo a montarlo como una vaquera, con una mano en su pecho y la otra en mi cabello. Movimientos adelante y atrás, arriba y abajo.
Meneo mi cadera y disfruto de ver su expresión, es tan profundo que puedo jugar con la forma en la que me meso. Cuando puedo sentir que su respiración se agita, señal de que está a punto de terminar, bajo la intensidad y me salgo un poco, necesito más y no puede venirse sin dejarme terminar a mí otra vez.
Así que toma mi cadera con sus manos, me levanta y empieza a embestirme él; con esos movimientos, esa fuerza y esa velocidad, mi ‘squirt’ es inevitable, por lo que me despego un poco de él y lo empapo por completo.
En cuanto se apunta y vuelve a entrar, lo hace solo para terminar dentro de mí. Estamos sudando, gimiendo, agotados y satisfechos de lo que pasó.
Adoro esta posición, aunque a veces me cuesta mucho trabajo, por la fuerza en las piernas, pero al llegar al orgasmo entiendo que todo valió la pena.
Soy buena montando, así que haré más ejercicio para poder durar toda la faena arriba de él.
Les adoro de manera infinita y espero con ansias que me tengan en sus manos la próxima semana.