Vivir agradecido es saborear lo que tienes

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(Foto: Archivo, El Gráfico)

Vida 09/07/2019 05:18 Víctor Jiménez Actualizada 17:42
 

Considerarte afortunado  por las personas que te rodean, por contar con un techo bajo el que vivir o por gozar de salud te lleva a un sentimiento profundo de agradecimiento. Vivir la gratitud es saborear lo que tienes. ¿Qué tanto sabes con respecto a la gratitud? Aquí algunos datos acerca de esta virtud:

Para expresar gratitud es necesario sentirla. Detente, haz una pausa, para experimentar la emoción de estar agradecido.

Ve el vaso medio lleno. Centrarte en lo que tienes, y no en lo que falta, es una manera de cultivar la gratitud. Agradecer es llevar a tu mente a voltear a ver a lo positivo. Detenerte a valorar lo bueno que tienes en la vida, es un excelente antídoto contra la envidia.

Agradecer es practicar la humildad. Cuando te sientes agradecido, admites que no tienes todo el control de las cosas, que no todo está en tus manos. Para admitir esto se necesita humildad. Agradece al azar o la suerte que las cosas se hayan acomodado de tal manera que te favorecen. El azar juega un papel  más importante en tu vida del que estás dispuesto a admitir. Al sentir agradecimiento, aceptas que tu destino no está completamente en tus manos y que eres vulnerable.

La gratitud te puede volver más generoso. Cuando experimentas gratitud, se produce un sentimiento intenso de querer devolver el favor. La reciprocidad es la manera más clara de expresar tu gratitud.

El agradecimiento contrarresta el estrés. Cuando te sientes agradecido, es imposible sentirte iracundo, preocupado, ansioso o temeroso al mismo tiempo. 

Pon en práctica la gratitud: 

Manifiesta tu aprecio. Agradece a tu pareja algo que ha hecho últimamente: “Algo que valoro y me hace sentir agradecido contigo es…”. Con seguridad se sentirá muy bien de escuchar tu aprecio por lo que hace. Si reconoces lo que hizo, será más probable que vuelva a actuar como te gusta. Recuerda, el principal beneficio lo recibe la persona que expresa  agradecimiento.

Haz rituales de gratitud. En la cena o antes de ir a dormir, en familia o con tu pareja, compartan tres cosas buenas sobre el día. Con los niños puedes hacer una “alcancía de gratitud” para depositar pequeñas notas de agradecimiento cada día.

Usa la palabra “gracias”. Al final de cada semana asegúrate de expresar un “gracias” a tus compañeros de trabajo por las formas en que hicieron más sencillo tu trabajo o facilitaron que alcanzaras tus metas. Ofrécele un “gracias” a tus hijos al final del ciclo escolar por no haber ocasionado problemas. Sentirse apreciado o valorado es un gran motivador.

Cambia el mal hábito. Encuentra tres cosas por las que sentirte agradecido por cada cosa de la que te quejas. Cada vez que te descubres quejándote, proponte pensar en tres cosas por las que te sientes afortunado.

Come con conciencia. Antes de comer, detente a apreciar cómo ha llegado hasta ti ese alimento: agradece el trabajo de los agricultores que han cultivado las cosechas, los ciclos de la naturaleza que los han producido y la lluvia sobre los maizales. 

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