Sí se puede superar el rechazo

Vida 11/06/2019 05:18 Víctor Jiménez Actualizada 05:19
 

Tú, yo, todos  los hemos experimentado. Nada duele tanto como ser rechazado por quien te atrae. Es verdad, el rechazo se siente como si te golpearan en el estómago o te clavaran un puñal en el pecho. Afecta tu manera de pensar, te llena de furia, despierta tus tendencias agresivas y te lleva a actuar de formas en las que nunca actuarías en otras circunstancias. También daña la confianza en ti mismo pues te hace dudar de tu valía.

¿Por qué NOS duele tanto el rechazo?

Nos cuesta entenderlo a nivel racional. En la imaginación, llevas las cosas al extremo: el rechazo despierta el temor y la amenaza de quedarse solos, aislados y no poder sobrevivir. Este es un temor muy primitivo de exclusión que te pone en alerta.  

Lo tomamos demasiado personal. A partir del rechazo te haces ideas acerca de tu forma de ser y de qué tan bueno, valioso o deseable eres. Cuando alguien te rechaza, ¿te descubres haciendo listas mentales de toooodo lo que no está bien en ti? Eso es justo lo que equivocadamente hacemos al experimentar el rechazo, pensamos: “No soy lo suficientemente atractivo, rico, inteligente o joven” o “Esto siempre me sucede a mí, nadie me va a querer nunca”.

 Nos agarramos del rechazo para atormentarnos y criticarnos duramente. Analizas durante horas todo lo que dijiste e hiciste para encontrar aquello en lo que te equivocaste: “Quizás esperé demasiado tiempo para llamarle”, “No debía haberme tomado ese tercer trago” o “¿Y si fue muy pronto para decirle que estaba enamorada de él?” Con frecuencia, el rechazo difícilmente tiene que ver con tus imperfecciones ni con lo que imaginas. El rechazo de una potencial pareja casi nunca está relacionado con tu forma de actuar, con aspectos de tu personalidad, con tus defectos de carácter o con tu físico. Clavarte en estas razones sólo agrega dolor innecesario al ya de por sí doloroso hecho de no haber sido aceptado. No necesitas echarle sal a la herida o maltratarte con recriminaciones cuando ya te estás sintiendo suficientemente mal.

Generalmente el problema no eres tú. En lugar de rumiar y atormentarte, concéntrate en estas razones, que son las más frecuentes para no ser aceptado por una potencial pareja:

No hay química. Muchas veces es simplemente eso, no hay química entre los dos. Y cuando la hay se puede dar una relación, pero cuando no, es inútil forzar las cosas.

No eres su tipo. Quizás él prefiere cierto tipo de persona en la que tú no encajas, por ejemplo, quizás a él le gusten morenas y tú eres rubia; o bien, a ella le gustan los tipos calvos y tú tienes una gran melena.

El momento no es ideal. Tu prospecto podría estar pasando por un mal momento, una crisis en casa o en su vida personal. A lo mejor tiene una vida complicada o de repente reapareció un(a) ex. O bien, podría tener una gran dificultad para comprometerse y huir cuando te siente demasiado cerca.

No coinciden en gustos y estilo de vida. A ella le gusta correr maratones, hacer senderismo en la montaña y no le molesta enfrentarse a las incomodidades de acampar en el bosque, mientras que tú prefieres el descanso, la actividad mínima y el máximo confort de por lo menos una cama para dormir. Quizás a ti te interesa salir con amigos a los bares todo el tiempo, mientras que él quiere una relación más tranquila. Evita criticarte duramente o maltratarte por haber sido rechazado. Este sí que es un grave error. La próxima vez que te digan “No eres tú, soy yo”, créeles.

 

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