No aisles en la soledad a los adultos mayores

No aisles en la soledad a los adultos mayores

(Foto: Redes sociales)

Al día 27/03/2020 10:51 Víctor Jiménez Actualizada 17:59
 

En esta crisis del COVID-19, un sector de la población afectado por doble partida son los adultos mayores. Como sabemos, las personas de más de 60 años son especialmente vulnerables a la infección por coronavirus. Esto ya representa una amenaza para la población de avanzada edad. Y ellos lo saben. Este conocimiento provoca en sí mismo cierto estado de alerta, estrés y preocupación en nuestros abuelos.

Pero hay otra amenaza que quizás hemos pasado por alto: el asilamiento y la soledad.

Muchos adultos mayores viven en cierto nivel de aislamiento, ya sea porque viven solos y alejados de sus familiares, porque están en una casa de retiro o porque no tienen la movilidad necesaria para una mayor convivencia social. Se sabe que casi la mitad de las personas de edad avanzada se sienten solas y que un 25% de ellas viven prácticamente en aislamiento social. Algunas de ellas no llegan a tener una conversación con otra persona en un periodo de hasta un mes.

La soledad nos enferma. Los seres humanos somos animales sociales. Nos sentimos más seguros cuando estamos en grupo. Si estamos aislados de los demás (por cualquier razón, incluso porque estamos privados de la libertad), experimentamos un estado de alerta o emergencia física. Este estado de amenaza o peligro se manifiesta como estrés en el cuerpo. Cuando esta tensión se prolonga o se vive de manera sostenida, se convierte en estrés crónico. Entonces el cortisol, la hormona del estrés, se eleva. Un aumento de cortisol produce inflamación que daña los vasos sanguíneos y la respuesta de defensa del organismo. En personas con alto nivel de estrés e inflamación, hay mayor riesgo de diabetes, muerte prematura, enfermedades cardíacas como hipertensión y problemas coronarios, aparición de cáncer, deterioro físico y accidentes cardiovasculares como derrames cerebrales.

La soledad nos duele y afecta mentalmente. Por otra parte, la reducción de contacto cara a cara debido al asilamiento, como se hace necesario en esta crisis del COVID-19, también tiene sus efectos sobre su salud mental y emocional. Algunos de estos efectos son: Soledad, mayor riesgo de desarrollar demencia, depresión, ansiedad, ideación suicida. Incluso el aislamiento voluntario por temor o para protegerse puede llevar a la soledad y de allí a otros padecimientos psicológicos y emocionales.

Tecnología, una herramienta contra la soledad. Es necesario respetar la distancia social y la cuarentena. Pero también es importante lograr que los mayores tengan su dosis de contacto social y afectivo, tanto como sea posible.

Debemos idear formas como vecinos, comunidad o sociedad para evitar en ellos la sensación de aislamiento y soledad. Estas son algunas ideas:

 Mantén comunicación virtual para reducir el aislamiento y dar apoyo moral. Cierto, los mayores de sesenta son poco hábiles en cuestión de tecnología. Pero parte de la convivencia y la preparación para la contingencia puede consistir en dedicarles tiempo para enseñarles a utilizarla de forma básica. Pero sobre todo, hacerlos conscientes de cómo la tecnología los puede mantener conectados social y emocionalmente.

 Usa las llamadas de video en lugar de una llamada de audio. Ver a la persona con quien hablamos, sus gestos y su lenguaje corporal es una experiencia más cercana y afectiva. Llámale para que te acompañe virtualmente a tomar un té o café, como si fuera una cita virtual. Si no tienes la opción de la llamada de video, la tradicional de audio es preferible a un mensaje de texto.

 

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