Maneja emociones intensas

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(Foto: Archivo, El Gráfico)

Vida 25/06/2019 05:18 Víctor Jiménez Actualizada 12:07
 

Hay ocasiones en que sentimos emociones que nos sobrepasan, nos invaden y afectan la manera en que nos sentimos a lo largo del día e incluso durante varios días. Algunas de estas emociones pueden ser la ansiedad, la tristeza, la ira y el miedo. Rechazar, negar o luchar contra las emociones fuertes en realidad no ayuda a transitar por ellas, sólo empeora las cosas. Entre más luchemos por deshacernos de una emoción desagradable más fuerza cobrará y terminaremos sintiéndonos peor de como nos sentíamos antes. Pero entonces ¿qué podemos hacer con las emociones intensas? Aquí te propongo una serie de pasos para manejar los momentos emocionales difíciles.

1. Detente. Lo primero es pararse, hacer una pausa. De manera natural la emoción nos impulsa a actuar enseguida de manera impulsiva sin pensar, así nos detenemos y nos damos el tiempo para reflexionar y evaluar lo que sucede en nuestro interior, es decir en el cuerpo. De esta manera rompemos la tendencia a reaccionar automáticamente.

2. Respira y recupera la calma. Respirar sobre todo si lo hacemos de manera profunda y lenta nos ayuda a serenarnos. Llevamos la atención a la respiración y al cuerpo. Esto es especialmente útil cuando experimentamos emociones intensas. La respiración hace que nuestro cerebro actúe con mayor rapidez para serenarnos. Puede ser una buena idea llevar la atención a las zonas del cuerpo donde se manifiesta la emoción, por ejemplo, hacia la tensión que sentimos en el  vientre, la opresión en el pecho o la aceleración del corazón. Percibimos estas sensaciones con detalle y mucha atención. Esta es una forma de relajar la zona afectada. Así también permitimos que la emoción se exprese a través de las sensaciones corporales. Recuerda: las emociones son mayormente una experiencia corporal.

3. Identifica la emoción.  Sentir la emoción en tu cuerpo nos permite tomar conciencia de ella. De esta manera identificamos de qué emoción se trata: rabia, miedo, tristeza, vergüenza, repulsión. Darle un nombre es una forma de apaciguarla, de quitarle el poder que ejercía sobre nosotros, y de familiarizamos con ella. Para hacerlo observamos sin juzgar cómo es la emoción y cuál es el impulso, qué sentimos, qué nos invita a hacer. El enojo  normalmente nos invita a poner límites, aclarar algo o defendernos. El miedo a cuidarnos.

4. Permite la emoción. Crea el espacio para que se expanda y se manifieste corporalmente sin restricciones. En lugar de oponernos a ella le permitimos que sea tal cual es, la reconocemos como parte integrante de nuestra experiencia presente. La aceptamos en su totalidad, la permitimos. Dejamos de luchar contra ella.

5. Date apoyo y consuelo. Cuando alguien querido lo pasa mal nos acercamos con amabilidad y afecto y le damos un poco de consuelo. Podemos hacer esto mismo con nosotros cuando estamos pasando por un momento emocional difícil: darnos un poco de consuelo. Nos recordamos que esto por difícil que sea va a pasar, como pasan todas las cosas en la vida. Y mientras pasa, nos damos un trato amable.

6. Suelta la emoción. Una vez que le dimos la atención necesaria a la emoción podemos despegarnos de ella, dejamos que siga su curso normal: que disminuya o se desvanezca. Esto ocurre de manera natural, cómo ocurre con un niño que recibe la atención de mamá cuando está llorando y que pronto se calma y sigue jugando.

7. Toma acción. A veces decidiremos o será necesario hacer algo a partir de lo sucedido y de la emoción que experimentamos. En otras ocasiones decidiremos que no es necesario actuar. Lo cierto es que después de seguir estos pasos estamos en mejores condiciones para responder. Esta forma de manejar las emociones no tiene como propósito deshacernos de ellas sino más bien transitar por un momento emocional difícil y dejar que fluyan las emociones a través de nosotros. Así las procesamos de manera natural y estaremos listos para seguir con la  vida.

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