Evita avergonzarlos

(FOTO: ISTOCK)

Vida 15/11/2019 10:07 Víctor Jiménez Actualizada 17:54
 

Aun recuerda la expresión de asco y enojo en la cara de su padre cuando descubrió que el pequeño Antonio de seis años se había orinado en la cama. Y como si eso no hubiera sido suficientemente humillante y doloroso, su padre llamó a todos sus hermanos a presenciar su vergüenza.

“Sé que te esfuerzas mucho, pero nunca vas a ser tan buena en la escuela como tu hermana”, solía escuchar Mariana con bastante frecuencia en su infancia. Estas son sólo dos formas en que los padres humillan a sus hijos. Otra forma es poniéndolos en evidencia delante de sus amigos. ¿El resultado? Sentimientos de inseguridad, poca valía y falta de confianza en sí mismos.

¿Por qué avergonzar no funciona? Podríamos pensar que avergonzar es una buena técnica para corregir el comportamiento de los niños. Y algunos afirman que es efectiva, pero ¿a qué precio? A la larga no funciona para moldear la conducta de los pequeños y sí puede dañar seriamente la relación y la confianza entre padres e hijos, y destruir la autoestima de los menores. Cuando se les avergüenza para motivarlos, en realidad los niños pierden la motivación para actuar como esperan los padres. Aprenden a descalificarse a sí mismos, a criticarse fuertemente y a sentir que no son dignos de amor y atención. El sentimiento de vergüenza permanece por mucho tiempo, mucho más de lo que crees, y  contribuye a la aparición de depresión y ansiedad.

Diferentes formas de avergonzar a los hijos.

  •   Revelar detalles personales embarazosos con el objeto de hacer que el niño modifique su conducta. Por ejemplo, una madre podría contar en una reunión de toda la familia que a los seis años el niño sigue orinándose en la cama.
  • Hacer públicas las conversaciones que debían ser privadas.
  • Humillar al niño resaltando una característica física, una dificultad o haciéndole creer que todo él está mal, que es malo o defectuoso.
  • ¿Qué palabras evitar para no avergonzar a los niños? Sobre todo cuando estés bajo mucho estrés, pon atención a lo que dices a tus hijos. Estas son algunas de las frases que podrías evitar:
  • “Eres una niña muy mala”. Esta idea no le ayuda a tu hija a comprender qué hizo mal o qué conducta necesita cambiar. Y sí es una frase que provoca mucho dolor y que la niña recordará por mucho tiempo.
  • “Eres igual a tu madre (o padre)”. Esto resulta vergonzoso para el niño, sobre todo si está consciente de las conductas y actitudes que repruebas en su padre o madre.
  • *Es muy probable que esto provoque fuerte enojo y resentimiento hacia ti.
  • “No sé ni siquiera para qué me molesto en enseñarte esto”. Esta frase puede salir de tu boca en momentos de gran frustración. Transmite la idea de que no vale la pena hacer un esfuerzo por el niño. Imagínate por un momento cómo te sentirías si alguien en quien confías y amas te dijera esto.
  • “Debería mandarte a vivir con tu papá (o mamá)”. Esta es una expresión de total rechazo, que el niño o la niña podría interpretar como “ya no te quiero cerca de mí, no estoy dispuesta a hacer ningún esfuerzo por ti, porque no lo vales”.
  • “Estoy muy cansada de lidiar contigo”. El mensaje detrás de esta frase es “eres un caso perdido”, cuando en realidad debería ser “mereces atención y amor”. El sentimiento de vergüenza viene de escuchar a menudo, no que hicimos algo malo, sino que somos malos.
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