Cuando tu cerebro parece microbús en hora pico

Si eres una persona acelerada todo el tiempo, lee esto

(Foto: Unsplash)

07/08/2020 09:28 Víctor Jiménez Actualizada 22:28
 

Imagina que estás en el mar, en medio de un gran océano, con todos los colores que alcances a ver. Imagina la sensación de estar inmerso en el agua buceando, la temperatura y los movimientos que puedes tener en este medio.

También puedes percibir la luz del sol que se filtra a través del agua. Y de pronto te encuentras con un hermoso pez, así que comienzas a seguirlo porque hay algo en este pez que te llama mucho la atención y te provoca curiosidad. Después de un buen rato de seguir al pez, comienzas a perder de vista el resto del mar, el gran océano. Y no es que el pez sea más importante que el resto del océano, o que el pez tenga mayor valor, en realidad tiene la misma importancia y valor que el resto del océano.

La mente el océano, el pez los pensamientos. Esta experiencia de perseguir el pez es similar a lo que vivimos día a día cuando nos aferramos a una idea. Entonces esta idea o los pensamientos asociados a lo que acabamos de vivir toma mayor importancia que cualquier otra cosa. Podemos llegar al punto en el que por completo perdemos de vista todo lo demás, lo que está alrededor o las otras cosas que estamos viviendo.

Esto sucede aún más cuando estamos estresados, frustrados, nerviosos, preocupados o temerosos. Damos toda la importancia a las ideas que cruzan por nuestra mente y, al hacerlo, nos perdemos del momento presente, nos perdemos en el mar de la mente, nos concentramos en lo que ya sucedió o en lo que imaginamos podría suceder.

Pensamientos a todo galope. En otras ocasiones los pensamientos son como un caballo a todo galope y nosotros como el jinete que apenas puede sostenerse sobre el caballo. ¿Te ha pasado esto, que por un tiempo has estado inmerso en tus pensamientos, que van a toda velocidad, sin siquiera darte cuenta, hasta pasado un buen tiempo? A muchos nos sucede, y ese perderse en los pensamientos puede durar, minutos, horas, días. Cuando te das cuenta, ¿qué haces?

¡Detente! Cuando notes que estás montado en el caballo de los pensamientos prueba con esto: Imagínate a ti mismo de pie sobre el suelo, observando al caballo corriendo en la distancia. Puedes hacer lo mismo con el pez que has estado persiguiendo hasta perderte en medio del mar, imagina que lo dejas ir hasta que desaparece en la inmensidad del océano. Una vez que el caballo o el pez se ha alejado tanto que se han convertido en sólo un punto, lleva toda tu atención al cuerpo. Quizás tengas una sensación diferente en tu cabeza. Quizás se siente más ligera o espaciosa. A lo mejor se disipa la tensión o tu cuerpo se siente más pesado. También podría ser que no sientas ninguna diferencia. Si esto ocurre, está bien. Es bueno dejar de estar encima de ese caballo o persiguiendo ese pez. Y lleva toda la atención a tu respiración, esto puede ayudarte a conectarte con el cuerpo y alejarte de la carrera incesante de tu mente.

Tienes la opción de elegir. Al hacer este ejercicio, refuerzas la idea de que puedes elegir. Puedes dejarte arrastrar por los pensamientos una y otra vez. O puedes soltarlos. Siempre tienes la opción de bajarte del caballo, o de dejar de perseguir al pez. Esto, como cualquier otra cosa que deseas aprender, requiere atención y práctica. A veces toma tiempo deshacer los hábitos mentales, sólo haz lo mejor que puedas para bajarte del caballo o dejar de perseguir el pez. Lo que importa es que tengas la intención de elegir lo que es bueno para ti.

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