Consigue la paz contigo mismo, prueba con esta terapia

Consigue la paz contigo mismo, prueba con esta terapia

(Foto: Unsplash)

Al día 10/07/2020 09:49 Víctor Jiménez Actualizada 17:50
 

A veces necesitamos probar formas diferentes de actuar a las que comúnmente elegimos.

En eso consisten estas ideas para enfrentar situaciones difíciles. Te parecerá que algunas de ellas van en contra del sentido común. Te invito a probarlas y descubrir por tu propia experiencia si te funcionan o no.

Ver con nuevos ojos las nuevas situaciones. Tendemos a dar por hecho que las cosas van a ser como en el pasado. “Ya sé cómo van a terminar las cosas”, decimos como si tuviéramos una bola de cristal para predecir con total certeza el futuro. Lo cierto es que ni la situación difícil es la misma ni tú eres el mismo, ni el mundo es igual. Todos hemos cambiado. Tratemos de ver lo que nos toca vivir con nuevos ojos, como la primera vez.

Considerar los dos lados de la moneda. La mayoría de las cosas que vivimos no son totalmente buenas ni completamente malas. No siempre lo podemos ver, pero muchas veces una situación desafortunada trae oportunidades. A veces hay que esperar un tiempo para darnos cuenta de esto. Podemos comenzar por evitar clasificar las cosas como terribles o maravillosas. Los sucesos generalmente oscilan entre lo positivo y lo negativo, hay que reconocerlo para tener una visión más realista de lo que nos sucede.

Reconocer que la cosas son como son. Una gran cantidad de sufrimiento es producto de la resistencia a aceptar las cosas tal como son. Al oponernos a “lo que es” sólo nos provocamos tensión, frustración e impotencia. Si debido a la cuarentena no podemos hacer algunas actividades a las que estamos acostumbrados, quejarnos y exigirle a quien sea (incluso a la vida) que las cosas sean diferentes sólo alimenta la sensación de desgracia. Aceptar no siempre es fácil, pero si practicamos con acciones sencillas día a día, pronto habremos cultivado lo suficiente esta cualidad para enfrentar situaciones más difíciles.

Soltar reduce la tensión y atenúa el dolor. Cuando estás sosteniendo una cuerda con tu mano y te resistes a soltar, el esfuerzo, la tensión y el dolor por retener son intensos. Algo similar ocurre cuando te aferras a lo que sería mejor soltar. Y puede tratarse de una relación de pareja que trae más desdicha que gozo o de una emoción como el resentimiento. También se aplica a actitudes, hábitos y comportamientos dañinos. Soltar te libera, te da la oportunidad de abrir tus manos a lo nuevo. Sí, es cierto, soltar cuesta, pero es aún más costoso el dolor del aferramiento.

Confiar en que todo pasa. Todo en la vida es impermanente, nada se queda para siempre. Tanto lo desagradable como lo agradable pasa. Estar consciente de esto nos da esperanza y confianza en que estaremos viviendo algo diferente en algún otro momento. Saber que lo placentero, cómodo o deleitable también pasa nos sirve para apreciar aún más eso que la vida nos ofrece disfrutable.

Saber esperar, pues todo llega a su tiempo. La paciencia evita que entremos en la desesperación y que nos entreguemos a ideas trágicas o a escenarios apocalípticos. No nacemos siendo pacientes, todo lo contrario, sólo hay que recordar cómo los bebés exigen con su llanto la atención y el alimento de su madre. Necesitamos aprender a ser pacientes.

¿Cómo? Siendo pacientes en situaciones sencillas que no requieren demasiado esfuerzo de la paciencia. Así, igual que regamos día a día una pequeña planta, también cultivamos la paciencia a través de nuestra actitud.

Empujar y presionar no siempre traen buenos resultados. Insistir en algo que no es o que no va a ser puede ser una fuente de dolor y frustración. No empujar implica aceptar que las cosas son como son, que algunas no están en nuestras manos resolver. Esto requiere de paciencia, saber esperar de buena gana, y confianza en que las cosas van a cambiar.

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