Revocación de mandato

Martí Batres

OPINIÓN 26/03/2019 09:39 Martí Batres Actualizada 09:39

El país va bien y de buenas. Llevamos más de 100 días y la catástrofe profetizada por una derecha fantasiosa no sucedió. Puede ser que esta realidad de transformaciones en un clima de estabilidad que vivimos es lo que más irrita a los agoreros del desastre. No hay elementos para darle sustento a su discurso crítico. Por eso inventan debates falsos.

Uno de ellos es el de la supuesta pretensión reeleccionista que encarna la figura de revocación del mandato, lo cual es verdaderamente absurdo, pues reelección significa la posibilidad de ampliar el tiempo del mandato y revocación implica la posibilidad de reducirlo.

La revocación de mandato realmente implica dar un paso adelante hacia la democracia participativa. Es, junto con el referéndum, el plebiscito y la iniciativa ciudadana, una de las cuatro formas de participación directa que la sociedad civil de México y el mundo ha impulsado con el objetivo de tener una mayor injerencia de la gente en los temas del gobierno.

Asimismo, implica la posibilidad de que la ciudadanía pueda corregir sus decisiones y de estimular todo aquello que esté funcionando bien. No se trata de fortalecer la figura presidencial, se trata de darle más poder a la ciudadanía. Evidentemente, un gobernante bien evaluado saldrá fortalecido de un proceso democrático como este, pero no sucederá lo mismo con los malos gobernantes.

Si echamos una mirada hacia los sexenios pasados, la revocación de mandato hubiera dado a la sociedad la oportunidad de corregir antes de terminar el sexenio y cambiar para bien el destino del país. Sin embargo, no fue así y los resultados están a la vista.

Cabe decir que la revocación de mandato no es algo pensado para este sexenio. Es un precepto que, junto con el sufragio efectivo y la no reelección, quedará plasmado en nuestra Constitución. Es decir, será un principio obligado para los próximos presidentes y un derecho de la ciudadanía.

Por ello, se prevé que la revocación de mandato desencadene un cambio estructural en la forma de hacer política en México. El Presidente ya no gozará de seis años seguros si no obtiene el refrendo de la ciudadanía que, en caso de no estar de acuerdo con el mandatario, podrá removerlo.

Por otro lado, tendremos presidentes más cercanos a la gente, más atentos a la opinión ciudadana y, al mismo tiempo, más obligados a exponer sus planes y a convencer a la ciudadanía. Y, al mismo tiempo, la gente sentirá mayor compromiso por enterarse y comprometerse en los asuntos públicos.

Revocación de mandato y reelección son principios distintos y encontrados, no pueden existir juntos, de la misma forma en que Francisco I. Madero ocupa en la historia un lugar distinto a Porfirio Díaz, por más que los conservadores se esfuercen en hacernos creer lo contrario.

 

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