capacidad para 400 personas

Yimpathí hogar temporal para los más necesitados, en Querétaro

El patio central del albergue es utilizado como comedor, lo que les permite a los asistentes acoplarlos de acuerdo a sus necesidades

(Foto: Archivo El Gráfico)

Querétaro 28/12/2017 21:04 Actualizada 21:06
 

Alma Gómez

Son las siete de la noche y las enormespuertas del albergue Yimpathí se abren para recibirme. Ingreso por primera vez a este lugar, los procedimientos y las personas son nuevas para mí. Estoy desubicada, pero me alienta la idea de no pasar una noche más en la calle, con frío y miedo. 

En la entrada del albergue encuentro a personas en la misma situación; necesitamos un lugar donde comer y dormir; al día siguiente algunos volveremos a nuestras comunidades, otros seguirán recorriendo el país en caso de ser migrantes y los que no tienen familia, seguramente volverán aquí la siguiente noche.

Me entregan un formulario y relleno los espacios en blanco. Explico mi estado civil, ocupación, de dónde soy, hacia dónde me dirijo, si consumo tabaco, drogas o alcohol, si tengo alguna enfermedad, olvido las cosas o sufro ataques epilépticos. 

Entrego el formulario junto con alguna identificación, puede ser credencial de elector, licencia de conducir, pasaporte o acta de nacimiento. Como esta es la primera vez que ingreso al albergue, la licenciada Delia Sánchez Jiménez administradora del lugar, me registra también en una computadora y me toma una fotografía: “Es sólo para comprobar que eres tú el que ingresa”, me comenta con una leve sonrisa en el rostro. 

Una vez que terminaron de capturar mis datos, una mujer que es guardia en el albergue me pide que entregue mis pertenencias para resguardarlas en un casillero en lo que dura mi estancia.

Llego a la parte superior del albergue, una mujer me espera con una cobija y una toalla de baño, me lleva al dormitorio número tres y me indica la parte alta de una litera, ahí es donde dormiré porque soy joven y aún tengo fuerzas, las mujeres mayores duermen siempre en la cama baja. 

El albergue tiene 11 dormitorios, casi todos en la planta alta. Al centro se encuentra un patio grande que se convierte en comedor para la cena y el desayuno, al mismo nivel del patio está la cocina y una sala de estar, con una televisión, una videocasetera y algunos libros. 

RATO DE CONVIVENCIA. La cena es un breve momento de convivencia entre desconocidos que frecuentemente nos encontramos en las calles o bien en otros albergues. 

Las puertas del Yimpathí, que significa viajero en otomí, seguirán abiertas hasta las 11 de la noche para recibir a las últimas familias de la noche. En esta ocasión somos un total de 215 personas, el Yimpathí tiene capacidad para 400.

Algunos trabajadores del Yimpathí permanecen despiertos toda la noche, están de guardia, vigilando todas las áreas y alertas por si ocurre algún incidente.

En el dormitorio de mujeres doblamos y entregamos las cobijas y todas bajamos a desayunar lo que preparó Arturo el cocinero del lugar, que frecuentemente se detiene un momento para platicar con nosotros y escuchar nuestras historias.

Antes de irme reviso entre la montaña de ropa que la gente donó al albergue, a ver si encuentro alguna prenda que me quede o me sirva, también puedo escoger un par de zapatos.

Poco a poco todos retomamos nuestra vida cotidiana. Recojo mis pertenencias, me siento agradecida con el personal que siempre fue amable conmigo. Les doy las gracias, deseo que Dios los bendiga. Quién sabe, tal vez volveré pronto.

 

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