Es momento de festejar lo que vale la pena más allá de nuestros debates diarios. Sigamos construyendo nuestra realidad, esa que hoy le decir al continente que la tercera potencia somos nosotros.

Abajo del poderío de Estados Unidos y el crecimiento constante de Brasil, se encuentra una participación con el mayor número de medallas en la historia y además escuchamos 37 veces el himno nacional gracias a los oros que regresan a nuestro país. 

 

Lima nos regaló historias donde casi el 30 por ciento de los que fueron a competir se regresan con un metal. Todo esto a un año de Tokio 2020 y donde habrá que dimensionar la diferencia real entre una competencia y la otra. 

Motivos sobran para sentir orgullo y felicidad. Es cierto que muchas historias son gracias a la cultura del esfuerzo, de las familias que están atrás, pero también de los apoyos que han existido. 

 

Seguro muchos seguirán politizando un tema que hoy más requiere unidad, apoyo y aprovechar una camada de grandes atletas. Hay mucho por trabajar, es un hecho, mucho que limpiar aún y lo mejor de todo, mucho que construir para que la iniciativa privada se convierta en un actor y promotor de tantas historias de éxito, de logros que deben ser contados y que en las escuelas de nuestro país se deben enterar. 

 

Es momento de promover, de entender de una vez por todas que uno de los principales vehículos sociales que tenemos es el deporte, con mucho talento y deseos de sobresalir. ¡Bienvenidos, bienvenidos! A días en donde hay que decirle a todos que orgullo México.