Opinión

Rossy Moreno es una mujer sin pretextos. No los tuvo para intentar rendirse cuando hace más de cuarenta años inició su camino rumbo al profesionalismo en la lucha libre. 

Tampoco echó mano de ellos cuando tomó las riendas de una dinastía heredada por su padre, el Acorazado Moreno. 

Y no aparecieron al momento de retirarse de los encordados, sometida por una lesión que ponía en riesgo su vida si volvía a luchar. 

Es una mujer de batalla, líder y ejemplo para las nuevas generaciones que caminan rumbo al cuadrilátero. 

Así que los pretextos tampoco existieron, para aceptar un homenaje por sus 42 años ligada al pancracio. 

Y a la cita en su casa, este domingo 25 de julio en la Arena Azteca Budokan, han sido convocadas, lo mismo leyendas del tamaño de Lola 'Dinamita' González, que chicas que dan sus primeras maromas en los costalazos de paga.