Opinión

Alberto Ciurana fue uno de los ejecutivos más importantes de la televisión; conocedor del pulso de la audiencia tuvo la gran visión de buscar empatía con las nuevas generaciones a través de las redes sociales y lo logró. En poco tiempo, se volvió un “influencer” que con sus frases de aliento, invitaba a pensar positivo y tener una visión diferente de la vida.

La última etapa de su vida profesional la vivió Tv Azteca, sitio en el que le arroparon y dieron una bocanada de aire fresco a sus propuestas; desde su trinchera como líder, apuntaló varios proyectos que, basados en su experiencia, le darían a la televisora del Ajusco un impulso que no había tenido.

Reactivó su pantalla con rostros frescos, llevó talentos natos del entretenimiento y le cambió la vida a uno que otro conductor (a) que, con la amenaza de irse a la competencia, lograron negociar con Alberto para compartir la obsesión de ‘golpear a Televisa’ y amarrar un contrato que en su vida tuvieron en San Ángel.

Hasta el momento, no hay quien lo supla y hasta donde se sabe, Azteca no ha barajado nombres para sustituirlo. Aprendieron el camino con él y tal vez por eso no hay intenciones de reemplazarlo.

No obstante, ante la caída del ‘rey’, las mentes carroñeras ya están candidateando a un Alberto Santini para suplirlo, un ejecutivo gris que durante algunos años intentó darle brillo a Azteca, sin éxito, ni rumbo.

Al interior de la televisora del Ajusco, el abrupto adiós de Alberto fue para muchos un golpe duro y fuerte, para otros más fue el final del ciclo, que borró de un plumazo lo que Azteca construyó en años. La molestia de muchos era evidente, sobre todo por el sentido de pertenencia, pues desde su perspectiva, Alberto buscaba hacer de Azteca la nueva Televisa.

El sentimiento hostil se evidenció el 24 de marzo, cuando al concluir el programa homenaje que le hicieron en Venga la Alegría, ‘alguien’ documentó la foto de Ciurana arrumbada sobre un bote de basura; aunque no se ha viralizado esta bajeza, refleja a las mentes despreciables de los lacayos que se mueven por el mundo del entretenimiento, cuya bandera es la triste premisa monárquica del ‘El rey a muerto…’. 

Amigos, nos leemos la próxima semana aquí, donde quizá hablemos de ti.