Opinión

El terror invisible que trajo el Covid y todos hemos vivido

Víctor Jiménez

OPINIÓN 05/11/2021 18:39 Víctor Jiménez Actualizada 18:39

A Esperanza, de 35 años, le cuesta salir de la rutina autoimpuesta debido a los cuidados de higiene extremos recomendados, sobre todo, al inicio de la pandemia. 

Fuera de casa aún utiliza algunas estrategias para evitar el contacto con el virus, como cubrir el asiento del autobús con una bolsa de plástico. 

Al llegar a casa, se quita la ropa, las dobla hacia fuera y las coloca en un cesto especial. A continuación, toma un baño a conciencia. Si tiene que salir a comprar algo que olvidó, repite la rutina, incluida la ducha. 

Silvia se lava las manos con tanta frecuencia que se le han resecado y a veces le arde la piel. 

Debido a la pandemia del Covid-19, muchos hemos adoptado nuevos hábitos de higiene: lavado de manos o usar alcohol para desinfectarlas constantemente. De una u otra manera, el temor al contagio nos ha hecho obsesivos y compulsivos. 

Todos nos hemos hecho un poco germofóbicos, es decir, hemos desarrollado un miedo anormal a los gérmenes, virus y bacterias, a la contaminación por éstos y al contagio.

Y hay quienes han llevado las medidas de higiene a un extremo. Se trata de las personas con mayor tendencia a la obsesividad y a la compulsión o que, incluso antes de la pandemia, ya tenían tendencias a evitar la exposición a bacterias y virus. De una u otra manera, debido al temor al contagio, todos podemos desarrollar diferentes niveles la germofobia.

¿En qué consiste? La germofobia es el temor enfermizo a los gérmenes, bacterias, microbios, virus, a la contaminación por este tipo de patógenos y a la infección. La persona germofóbica vive bajo mucho estrés y vigila constantemente su entorno para asegurarse de que está a salvo del contacto con gérmenes y, en este caso, con el virus causante de Covid-19. El estrés puede provocarle inquietud, fatiga, agitación, dolores de cabeza, problemas digestivos y otros síntomas que afectan la calidad de su vida.

La germofobia también afecta las relaciones, pues muchas veces, la persona germofóbica deja de hacer actividades con sus familiares o amigos por temor a contagiarse. Esto es algo que casi todos tuvimos que hacer con el confinamiento y la distancia social. 

Además, quien está afectado por esta fobia puede dedicar mucho tiempo a la limpieza y desinfección para evitar cualquier riesgo.

Esto es algo que muchos hemos estado haciendo ya por un buen tiempo, lo que nos pone en riesgo de caer en una actitud germofóbica. 

Si bien la pandemia en sí misma no puede provocar un trastorno obsesivo-compulsivo, quienes tienen una predisposición a este trastorno encuentran más difícil lidiar con sus temores.

¿Qué puedes hacer si tienes una actitud germofóbica?

Si sientes ansias por volver a limpiar una superficie que limpiaste unos minutos antes o por lavarte las manos que desinfectaste con alcohol unos minutos antes, resiste el impulso de repetir la acción. Recuérdate que la superficie y/o tus manos ya están desinfectadas y que no pasa nada. 

Puedes, incluso, tocar la superficie para eliminar el temor irracional y seguir con tus actividades normales.

Concéntrate en actividades que disfrutas para cambiar el foco de tu atención de la necesidad constante de limpiar o desinfectar. 

Está bien lavarte las manos durante 20 segundos antes de comer o cuando vuelves de la tienda. Pero no te permitas lavarte por 45 segundos, tomar un largo baño para asegurarte de la desinfección o lavarte las manos cada 10 minutos mientras estás en casa sin tocar objetos externos o sin tener contacto con otras personas.

Haz una lista de cuándo es necesario lavarte las manos: después de ir al baño; antes de comer; después de estornudar, toser o sonarse la nariz; al llegar a casa; después de haber tocado algún objeto fuera de la casa. Esto evita que lleves el lavado de manos a un extremo poco sano.

EL DATO

Puesto que las manos son una de las principales formas en las que interactuamos con el mundo, su limpieza y lavado puede reducir el riesgo de enfermedades, sobre todo, respiratorias e intestinales en un 20 a 25 por ciento.

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