Opinión

Margarita y Pablo llevaban una estupenda relación de siete años, hasta que ella descubrió una infidelidad de él; vino la separación.

Pasaron seis meses sin hablarse y, peor aún, sin que sus dos pequeños, Mateo y Moisés, de tres y cinco años de edad, hubiesen visto a su papá, mucho menos un quinto de manutención a cargo de él.

Margarita, animada por una vecina, que en algún momento había tenido conflictos con su esposo, le habló del Centro de Justicia Alternativa del Poder Judicial de la Ciudad de México, donde brindan servicio gratuito, y sin la necesidad de abogados, de mediación familiar para resolver problemas como el que enfrentaba.

Fue el mismo día en que Margarita acudió a informarse de la mediación cuando obtuvo la apertura de su registro, lo que dio paso a la generación de la carta-invitación a Pablo, para que acudiera a mediar. 

Él aceptó, pues era importante ponerse de acuerdo respecto a la guarda y custodia de sus hijos, el régimen de convivencias, fijar una pensión alimenticia, y también para hablar con Margarita sobre la salud de Mateo, por el asma que lo aquejaba y que frecuentemente lo ponía en crisis.

En la primera sesión, en menos de hora y media, habían avanzado con acuerdos, gracias a la guía que hizo el mediador familiar, quien les facilitó la comunicación respetuosa y la negociación colaborativa. 

En una segunda sesión abordaron el tema de la salud de Mateo, su asistencia y cuidados, incluso cómo sería su comunicación en caso de emergencia. Para la tercera y última firmaron el convenio con valor de cosa juzgada.

Antes de despedirse del mediador, Pablo reconoció a Margarita la gran labor que desempeñaba como mamá. 

Margarita, a su vez, le comentó que siempre serían los padres de sus hijos, a pesar de la separación.Visita www.poderjudicialcdmx.gob.mx/cja