Opinión

Al salir de su escuela, Martín, mientras conducía su vehículo, se ponía al tanto de los mensajes recibidos en su celular, los cuales, además, contestaba. 

Ese descuido provocó que atropellara a Juan, quien caminaba por el lugar. Como consecuencia del impacto, Juan perdió parcialmente la funcionalidad de su pierna derecha.

Tras más de dos años, entre investigación ministerial, citatorios, gastos en abogados, atención médica, rehabilitación para Juan, mucho desgaste emocional para ambos, y un proceso judicial con meses de duración, seguían con el mismo resultado: no lograr un acuerdo reparatorio que dejara satisfecha a la víctima.

Ambos fueron canalizados por un juez de control al servicio de facilitación penal del Centro de Justicia Alternativa (CJA) del Poder Judicial de la Ciudad de México, un servicio gratuito y sin la necesidad de abogados. 

Ahí, un facilitador penal les explicó que su caso, por tratarse de un delito no grave, podía arreglarse por esa vía, en cuanto a lograr un acuerdo reparatorio.

Además, el impartidor de justicia ya había dictado el auto de vinculación a proceso y no se había entrado a la etapa de juicio, que son otros requisitos.

En esa instancia, se abrió un espacio de diálogo directo, voluntario, seguro, pacífico y constructivo entre imputado y víctima. 

Los dos externaron sus preocupaciones y necesidades, así como la posibilidad de llegar a un acuerdo reparatorio justo.

Una vez que se escucharon mutuamente con la guía del facilitador, lograron el entendimiento que les permitió acordar la manera en que Martín podía reparar el daño. 

Con el monto económico propuesto por el seguro de Martín, se alcanzó el acuerdo que satisfizo a Juan. El convenio fue aprobado por el juez, el cual fue cumplido.