OVNIS: Comprometiendo la seguridad aérea

OVNIS: Comprometiendo la seguridad aérea

(Foto: Archivo, El Gráfico)

Al día 13/09/2020 12:57 Actualizada 12:57
 

A través de simuladores de vuelo y distintas herramientas teóricas como prácticas, los pilotos se preparan para poder enfrentarse a emergencias de todo tipo: choques contra aves, pérdidas de motor, que les alcance un rayo. 

Sin embargo, en esos estudios no aparece nada como “enfrentarse a fenómenos aéreos anómalos”, algo que profesionales como el Teniente Coronel del Ejército de Chile y piloto aéreo activo, Rodrigo Bravo, echan en falta. 

Bravo empezó a reflexionar sobre este tema a partir de un encuentro ovni que vivió el 21 de marzo del 2012. Tuvo lugar durante un vuelo nocturno junto a otras 14 personas por la zona de Copiapó, en Atacama. 

El también investigador del fenómeno ovni iba pilotando una aeronave en la que viajaban paracaidistas próximos a lanzarse cuando, de repente, observaron una luz extraña: “hacia el oeste, hacia el océano Pacífico”, en palabras del testigo. 

Eran las diez de la noche y, al principio, pensaron que podría tratarse de alguna estrella y que cambiaba de brillo por efecto de la atmósfera. Sin embargo, podían ver a Júpiter y Venus en el firmamento, por eso descartaron la confusión con alguna de estas estrellas. 

Ante la atónita mirada de los pasajeros de la aeronave la luz se agrandó de repente y se colocó como el tamaño de una Luna. “Comenzó a variar los colores. Primero era rojo, después naranja y luego cuando se agrandó, se convirtió en algo blanco. A continuación, pasó a rosado, luego otra vez a rojo, y finalmente al blanco”, dijo. 

Reconoció que fue en el color blanco cuando disminuyó de tamaño y se convirtió por último en rojo y realizó un descenso en línea recta, hacia el norte, donde finalmente se apagó. 

“Íbamos volando a once mil pies y esta luz bajó a unos cinco mil pies y se apagó, como si fuera una linterna”, en palabras del piloto e investigador Rodrigo Bravo. 

Con respecto a si el radar consiguió captar la anomalía, el testigo señala que ni en el de tierra ni en el de la aeronave. 

Al llegar a tierra, los cuatro tripulantes realizaron por separado un informe de lo que habían visto y al poner los datos en común, constataron la calidad del avistamiento, ya que todos habían observado el mismo extraño fenómeno. 

Aquella luminaria, de acercarse más a la aeronave de Rodrigo, quizá podría haber puesto en peligro la vida de los pasajeros. Ellos se encontraban en aquellos instantes a 17 millas náuticas del aeródromo y la luminaria, de haber conocido el piloto la distancia a la que se encontraba, podría estar sobre el desierto de Atacama o incluso a más profundidad.

Y si hubiera estado a más profundidad, tendría que haber tenido un tamaño inmenso para poder ser vista desde donde Rodrigo y sus compañeros la visualizaron. Un caso más de pilotos de alta calificación que se enfrentan a lo desconocido.

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