No son las redes, es la sociedad
En estos movimientos, donde las víctimas tienen que ser escuchadas, no se puede prescindir de las autoridades y de los juicios justos
Vivimos en una sociedad en la que la fama y la permanencia en un medio se considera una gran trayectoria al margen de la preparación y capacidad del personaje que emite una opinión o aun peor, un juicio de valor. Se toma como válido y respetable el dicho de quien es capaz de destruir, humillar o llamar al linchamiento mediático por la única razón de estar parado frente a un micrófono o a una pluma y tener pendiente un rencor personal o simplemente una interpretación determinada.
Tenemos el grave problema de ser una sociedad que cree todo y difícilmente cuestiona y discute con argumentos.
Es más fácil caminar en medio de una masa que destruye a su paso enarbolando la bandera de “libertad de expresión” y “opinión pública” para descargar odios, frustraciones y envidias, que formarse y defender una forma de pensar o una creencia.
Y le voy a explicar por qué digo esto, querido y noble público conocedor. En este movimiento de #meToo en cualquiera de los grupos a los que se refiera en México, se hace uso y abuso del anonimato y, mire usted, que quede claro que yo estoy firmemente convencida de que las víctimas merecen ser escuchadas, atendidas y que se les haga justicia y como sociedad responsable tenemos la obligación de apoyar. Lo que no se puede es prescindir de las autoridades (que son las que tenemos, nos parezcan buenas o no, “es lo que hay”), de los juicios justos, de la presunción de inocencia del supuesto victimario y de que reciba el castigo que merece por parte de quien deba imponerlo.
Es de una sociedad muy muy enferma festejar o desear la muerte de alguien aunque sea culpable, es como regresar a la época de los verdugos en plazas públicas. Las sociedades así de enfermas no buscan justicia, buscan venganza y entre más sanguinaria más la disfrutan, perdiendo de vista que en un futuro puede ser uno de ellos quien se vea arrastrado por la vorágine que destruye implacablemente y vea su vida destruida por completo.
Y no son las redes como dicen, son los usuarios de las redes. No son las armas, sino quienes la usan.
PREGUNTAS DE LA SEMANA
¿Seguiremos escuchando voces que dividen, insultan, califican y humillan a quienes son o piensan diferente?
¿Alguna vez lograremos el nivel de educación emocional que nos lleve al ejercicio sano de la libre expresión?
¿Alguna vez México tendrá un líder que una para crecer y no divida para su beneficio personal?