No intervención

Martí Batres

OPINIÓN 29/01/2019 09:38 Martí Batres Actualizada 09:38

La construcción de la democracia en México ha sido una larga lucha de nuestro pueblo. En nuestra historia reciente, existen capítulos dolorosos como la masacre del 2 de octubre de 1968, en Tlatelolco. También hay páginas como los fraudes electorales ocurridos en 1988 y en 2006.

La derrota del sistema de opresión y corrupción que rigió a México por casi 90 años costó muchas vidas y muchas luchas a los mexicanos. 

A pesar de los escándalos, la comunidad internacional, los gobiernos de todo el mundo, independientemente de su signo ideológico, respetaron la soberanía de las y los mexicanos, mientras que los opositores decidimos mantener esta lucha de forma libre de toda intervención extranjera.

Históricamente, los mexicanos hemos tenido como principio exigir el respeto por nuestra soberanía y, al mismo tiempo, por el reconocimiento a la independencia del resto de las naciones del mundo.

No puede ser de otra forma. México, luego de conseguir su independencia, ha sufrido numerosas invasiones e intervenciones de potencias extranjeras.

En esas etapas de la historia, los sectores más conservadores de la sociedad mexicana han visto con buenos ojos y hasta promovido la intervención de gobierno extranjeros en nuestro país.

Ahí está como ejemplo la intervención francesa en México, alentada por los propios conservadores que fueron a pedir a Europa un príncipe que viniera a “resolver” las graves dificultades por las que pasaba nuestra naciente patria.

Finalmente, triunfaron quienes luchaban por mantener a México como una nación independiente. Ese es uno de los capítulos más bellos de nuestra historia. De ahí viene la famosa frase del presidente Juárez que reza: “Entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”

De esta experiencia histórica nace el principio de no intervención y autodeterminación de los pueblos que México ha defendido a lo largo del tiempo. 

Esta postura nos ha dado prestigio como país en el concierto internacional. Además, nos ha colocado como una nación promotora de la paz y ha alejado el fantasma de la guerra de nuestras tierras.

En consecuencia, México nunca ha intervenido, invadido ni agredido de ninguna manera a otra nación. 

En cambio, la autoridad moral de nuestro país, nos ha permitido ser solidarios con las víctimas de la guerra de otras naciones, sin que eso signifique entrar en conflicto. Tal es el caso de la solidaridad y el asilo otorgado por México a las víctimas del Holocausto y a los españoles republicanos. 

No obstante, la política de no intervención no es postura de pasividad. México ha coadyuvado a la mediación en conflictos de otros países cuando todas las partes involucradas así lo han solicitado. Es el caso de los diálogos para la paz en El Salvador, celebrados en el Castillo de Chapultepec. 

Por eso, ahora que se mencionan mucho las problemáticas por la que atraviesa Venezuela es importante recordar que la democracia y la justicia nunca han sido producto de invasiones o intervenciones, siempre ha sido resultado de la lucha de los pueblos, México es un buen ejemplo de esto. 

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