No es el tercer mundo futbolístico, es el cuarto

Gerardo Velázquez de León

OPINIÓN 10/10/2019 00:00 Gerardo Velázquez de León Actualizada 23:13

Termina el entrenamiento de la selección de Bermudas y lo primero que sucede es algo realmente extraño. Un integrante del cuerpo técnico de Mark Wade sube desde el campo de cricket al estacionamiento principal del complejo deportivo y guarda su maleta de entrenamiento en un taxi. No se trataba de irse con un chofer de Hitch, el Uber de la isla, era su auto, porque  para mantenerse debe asistir al entrenador, pero también llevar pasaje durante el día.

Nahki Wells, la estrella del equipo, jugador más valioso de septiembre del Queens Park Rangers, ayuda a todos sus compañeros, espera ansiosamente a los periodistas —solamente éramos Abraham Guerrero, editor de UD y su servidor—  para  hablar,  presumir que pudo salir de la isla y llegar al futbol inglés. Este es el futbol de Concacaf, el verdadero, no el maquillado en Copa Oro donde llegan a ser comparsas de los grandes del área: México, Estados Unidos, Costa Rica. 

Bermudas es sorprendente, una isla en el océano Atlántico que sigue teniendo un gran sabor inglés y lleno de sus tradiciones. Desde tomar el té a las cinco de la tarde hasta apasionarse por el futbol; aquí no es soccer, es como debe ser, futbol. Claro que su pobreza futbolística va de la mano del escaso desarrollo deportivo del país. Aquí sólo viven 65 mil personas, aún así es un lugar magnífico, con pasión y con desarrollo, nada que ver con otros lugares donde la Concacaf arrasa con todo. Esto no es San Pedro Sula, tampoco San Salvador y mucho menos Kingston o Puerto España. Es una isla desarrollada, con alto nivel adquisitivo y cara, muy cara. 

La muestra, vivencia de un solo día: taxi de la zona donde está hospedada la Selección Mexicana a la Torre del reloj, emblemático lugar al que llegan cruceros con más pasajeros que butacas en el estadio Nacional, es de aproximadamente 65 dólares. Una docena de huevos ronda los 10 dólares, una Coca Cola 1.60  dólares y una bolsa de lechuga  seis dólares. La vida es cara porque están aislados del mundo, todos los productos deben llegar por mar o por aire; poco se cultiva aquí. Los mejillones les encantan, los comen  de todas formas. Concacaf se dedicó décadas a saquear a sus miembros y a la FIFA para inventar el proyecto Goal, que se convirtió en demagogia y mentiras;  ambicioso, pero inexistente apoyo a federaciones en subdesarrollo futbolístico. 

En fin, es un país hermoso lleno de magia, misterios, belleza, organización, civilización. Pero no se trata de ser un guía de turistas, se trata de deporte y aquí el futbol es subdesarrollado. México debe ganar sin dificultades, Martino tendrá  que llegar hoy a dar una conferencia de prensa en un lugar improvisado. El pequeño estadio no tiene sala para entrevistas, pero sí  mejor césped que el Alamodome en San Antonio,  donde jugó contra Argentina hace unas semanas. Los jóvenes deben ir madurando en este tipo de lugares, en los que el confort existe, pero no tan espectacular y moderno como al que están acostumbrados. Será el turno de J. J. Macías, Lainez, Calderón, Angulo; a Chucky, Héctor Herrera, Corona, los guardarán para vender boletos en el Azteca contra Panamá. 

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